Capitulo 3

5.8K 675 31
                                    

Roxana se encontraba molesta, no hablaba con nadie, ni veía a ninguno de los presentes sentados a su alrededor, permanecía con los brazos cruzados y con un puchero en sus labios.

— Roxana perdoname, no quería gritarte — el emperador trato de acercarse para tomarla en brazos para la diseñadora de desplazo lejos de el.

— ¡Hpm! — giro su rostro a otro lado con el ceño fruncido sin darle una sola palabra o mirada a su hermano.

— Que escena— athanasia murmuró sorprendida.

— De su majestad siempre es así con Lady Roxana. — comento el escolta con una sonrisa. Hacía tiempo que su amigo no sonreía de esa manera. — La ama demasiado como para negarle algo.

— Es...lindo — la rubia titubeó, sus nervios volvieron con fuerza al saber lo importante que era esa mujer para su padre.

— ¡No Claude! Eres malo. No te voy a perdonar — Roxana cambio de asiento al ver que el emperador intentaba abrazarla al sentarse a su lado. — Me sentaré con la princesa Athanasia a partir de ahora.

El tono que utilizo con el emperador era uno muy firme, sin dar lugar a réplicas. Dicho y hecho, tomo asunto al lado e la princesa, para a tratar de hacerle plática al conmocionado Félix.
Claude se mantuvo en su lugar, solo observando la interacción con ojos fríos. Estaba molesto.

Athanasia al sentir la pesada mirada de su padre en su persona trato de aminorar el ambiente con preguntas sobre su padre a la adorable mujer.

— ¡L-lady Roxana! ¿Desde cuándo conoce a mi padre? — sus labios temblaron al tener la atención de esa mujer — Supuse que son muy cercanos. Mi padre no es muy sociable que digamos.

— Eso es verdad. Mi hermano menor siempre se escondia tras de mi falda cuando de eventos sociales se hablaba, era tan pequeño, adorable y abrazable — hablo soñadoramente, sus mejillas se encontraban sonrojadas. — Siempre me perseguía como un lindo pollito, exigiendo besos y abrazos. ¡Tan lindo!

Una pequeña gota de sudor resbaló por la mejilla de la princesa, miro de reojo a su padre quien se encontraba bastante entretenido en su té, quiero pasar desapercibido por los bochornosos comentarios de su amada.

— ¡Oh y cuando me dijo que se casaría conmigo! — exclamo con alegría la rubia, aún enfrascada en sus relatos — Simplemente no pude evitar llenarlo de besos en su redonda carita, ¡hay era tan adorable, mi Claude! — chillo de manera aguda haciendo sobresaltar a felix y Athanasia pero no a Claude.

— ¿No soy adorable? — la voz monótona del emperador interrumpió a la rubia, haciendo que las miradas se centren en el.

— No, ya no — aseguró la mujer, haciendo que Claude comenzará a enojarse — Yo no diría que adorable. Eres más del tipo sexi.

Tanto la Princesa cómo el escolta se sonrojaron, tratando de mirar a cualquier lado que no sean esos dos. El ambiente se volvió algo incómodo. Roxana no parecía inmutada, es más, bebía de su té con tranquilidad mientras observaba a su hermano menor removerse sonrojado. El emperador reposo su mano en el reposabrazos del sofá y recargo su cabeza en su mano, cubriendo con ella parte de su rostro para que no se notará su expresión.

— Santo cielo. Miren la hora, parece que llegó mi momento de salida — cómo si del viento se tratara, comenzó a desplazarse por la habitación para recoger sus pertenencias.

— Quédate — sugirió el rubio a su amada. Suplicando con su mirada que no se fuera — Por favor.

Athanasia abrió grande su boca...¿Este día planeaba pasarlo entre sorpresas o que?

— No puedo, Claude. Tengo que ir con el duque Alpheus mañana temprano para tomar medidas. — Claude frunció el ceño al escuchar las palabras "tomar medidas" — Sir. Félix como no dejo que lo tomara como modelo. Tendrá que posar para mi cuando termine con el encargo.

El escolta sudo frío. Por alguna razón presentía que la joven rubia no lo dejaría usar ropa en aquella sesión de modelaje.

— ¿Por qué Félix? Me tienes a mi para hacerlo — el emperador fulminó con la mirada a su escolta haciéndolo retroceder asustado.

— Tienes un muy trabajado cuerpo. Delicioso debo decir. — indagó sin pena la mujer, haciendo sonreír con superioridad al emperador — Si...que dilema. Bueno, primero dibujaré a Claude y después a Sir. Félix . ¡Listo! ¡Ya me voy, te quiero hermanito, nos vemos Sir. Félix, princesa Athanasia!

La mujer azoto la puerta al irse. Claude se mantuvo aún molesto pues no logro que su amada dejara la idea de tener a Félix como su modelo.

— Athanasia vuelve a tu palacio. Félix, pierdete. — Claude hizo un ademán para despedirlos.

.
.
.
.
.
.

— ¿Que dices? ¿Lady. Laufel vendrá a la mansión por ti? — el pelinegro pregunto con sorpresa.

— Así es, Lady. Laufel es la única en este imperio que entiende la moda en los hombres. — El peli blanco respondió con una sonrisa encantadora.

— Si claro. Lo único que quieres es verla y quizás poder tener un encuentro con ella si los rumores son ciertos ¿no es asi?

Los ojos del duque Alpheus brillaron con advertencia. Si, sabía de aquellos nefastos rumores que rondaban a la hermosa rubia pero no creía en ellos. Estaba seguro de que Lady, Laufel nunca entregaría su cuerpo a todos los hombres apuesto.

— Son rumores, Sir. Nada más que eso.

El pelinegro sonrió divertido por su tono. Por un momento, el duque Alpheus logró distinguir el cabello rubio cuál oro y los ojos azules cuál gemas. Razgos que solo tenía los miembros reales de Obelia.

— Si. Rumores.

La Diseñadora de Obelia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora