Capítulo 10: Su versión de la historia.

882 72 16
                                    

Layla Carter

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Layla Carter.

«Tus ojos están rojos».

Esas palabras resonaban en mi mente mientras corría hasta afuera de mi casa exigiendo respuestas a una diosa en la que no tengo mucha fe, mientras gritaba a la luna me sentía apunto de desmayar, pero la presencia de Ángel me tranquilizó a tal punto que mis párpados se cerraron, en ese momento mi mente rememoró el peor suceso de mi vida.

[...]

Una pequeña de quince años, acababa de enterrar con lágrimas en los ojos a su padre, al padre que la crío y le enseño todo lo que debía saber, luego de entregar su vida protegiéndola, murió en los brazos de su hija, y ella se quedó sola.

Arrastrando sus piernas, debido a que no tenía fuerzas para caminar, se dirigió a su casa, a la casa que compartió con su padre, la única persona que siempre estuvo a su lado y no lo pudo proteger, no pudo hacer nada para salvar su vida. Más lágrimas silenciosas salieron de sus hermosos ojos.

Esa noche con el alma rota, el corazón destrozado y la garganta desgarrada, lloro, grito y suplico a la diosa Luna que le devuelva a su padre, solo eso pedía, no pedía nada más, solo un momento con él, un momento para decirle cuánto le quería, un momento para pedirle perdón por no ser más fuerte.

Esa noche mientras pedía un refugio entre lágrimas crudas, y sin darse cuenta, sus ojos se volvieron rojos cual sangre y de lo más profundo de su garganta salió un aullido roto, al igual que su corazón; y en algún punto del bosque alguien también encerrado, lo sintió.

[...]

Cuando abrí los ojos por el llamado de mi teléfono vi a Ángel en una esquina, sin embargo le reste importancia y tome la llamada.

—¿Qué? —Pregunto un poco exasperada; la voz de Elián me da la bienvenida del otro lado de la línea.

Layla, de prisa, tienes que venir, el jefe te está buscando como loco y amenazó con despedirte, el jefe dijo que si no venías te podías olvidar de tu trabajo—explica de inmediato.

—No me importa —respondo.

Ahora mismo no tengo tiempo para preocuparme por trabajo. Escucho a Elián suspirar.

—Espero que sepas lo que haces —Es lo último que oigo de su parte antes de colgar.

Ahora mismo estoy en la cocina y por un ligero descuido Ángel se dio cuenta de que me sé su nombre, antes de que el mismo me lo dijera.

—¿Continúo? —Le pregunto de manera un poco inocente con una sonrisa ladina que se refleja en sus labios.

—Mejor cuéntame de ti —Se acerca más a mí con una sonrisa que hace mi corazón acelerarse.

—No hay mucho que contar, fui criada por padres adoptivos y cuando se fueron me dejaron está casa —digo encogiéndome de hombros restándole importancia.

Mi Ladrona (COMPLETA) (Versión Actualizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora