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Chifuyu sintió un escalofrío recorrer su espalda ante sus palabras, sonrojándose más intensamente al sentir una de las manos de Ryusei acariciar su abdomen por debajo de la tela, manteniendo esa sonrisa tan despreocupada hacia él.
—¿Ahora?, la verdad no... —ni siquiera terminó de hablar cuando ya tuvo sus labios sobre los suyos, sintiéndoles moverse más apasionadamente que otras veces antes, y no podía resistirse, vamos, amaba cada una de sus acciones, sus manos sobre su piel sedienta de sus toques, sus labios saboreando los suyos, era algo que le hacía perder la cabeza y olvidarse de todo.
No perdió más tiempo y le siguió, abrazando su cuello cuando sus manos le jalaron más cerca aún, de repente el calor subiendo a sus cuerpos y sofocándoles. Ryusei hizo presión en los muslos descubiertos del más blanco, sacándole un gemido de sorpresa que ahogó en sus labios, sabiendo el como le ponía aquella acción.
Lamió su labio inferior, pidiéndole permiso, el cual fue concedido, el rubio abriendo su boca un poco para permitirle adentrar su lengua, ahora ambos músculos frotándose entre sí, lejos de pelear por el control, solo dejándose llevar.
—R-Ryusei —gimió en sus labios cuando sintió que agarró sus caderas, haciéndole moverse levemente sobre él, provocando aquella placentera fricción entre ellos.
No se apartó, tampoco intentó detenerle, solo se dejó hacer, disfrutando de aquellos roces, pronto moviéndose sin la ayuda del ojinegro, este entonces besando la piel pálida de su cuello, dejando marcas que seguramente no se borrarían con tanta facilidad como fueron hechas.
Ryusei no era capaz de dejar sus manos quietas, tocando toda superficie en su cuerpo, luego tomando el pullover de Chifuyu y jalándole hacia arriba, este sintiendo sus mejillas enrojecer al tener la mirada oscura intensamente sobre él, aún más cuando se acercó y lamió su pecho, teniendo que echar su cabeza hacia atrás, cerrando sus ojos con fuerza al sentir aquel bulto crecer en su entrepierna. Ryusei le hizo moverse hasta acostarse sobre la cama, colocándose entre sus piernas para tener más movilidad sobre él. Bajó entre besos poco a poco, hasta llegar a rozar sus labios sobre su pelvis, con sus dedos apartando la molesta tela de su shorts.
Chifuyu sintió una corriente eléctrica recorrer su cuerpo, fríamente cuando aquella parte tan tibia interactuó con el frío de la noche. Se tensó en su lugar al sentir suaves besos a su alrededor, gestos que con el paso de los minutos se convirtieron en lamidas sin meterlo a su boca, solo provocándole más.
Chifuyu comenzaba a perder la paciencia, sintiéndose desesperado, necesitado de su atención, comenzaba a ser doloroso, y no hacía más que gemir en voz baja, tratando de no elevar su voz lo suficiente para que los escuchasen.
—Ryusei, por favor... —su voz salió en un tono que parecía estar llorando, y la verdad, no sabía ni siquiera qué era lo que pedía, solo quería sentirse mejor, hallar algún alivio.