Capitulo veintidos

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Diciembre ha sido acompañado con terribles vientos y un frío exagerado en Shizuoka.

Katsuki mantenía abrigos gigantes y beanies cubriéndole su cabello todo el tiempo; tanto así que parecía un oso de felpa regordete ante los ojos de Eijiro.

—¡No soy un bebé! — protestó en berrinche golpeando el suelo con el talón de su pie, insatisfecho de las burlas de Eijiro cada vez que éste le decía que era un bebé o un niño.

—Sigue protestando, pero sigues siendo mi bebé llorón. —apretó Eijiro su mejilla y por la expresión del menor éste se rió.

La segunda semana de diciembre se pasó completamente lenta para la vista de los estudiantes de UA; ya que éstos habían estado en exámenes y las únicas veces que Katsuki veía a Eijiro era porque éste iba a traerlo y dejarlo para el colegio.

—Eijiro, te amo demasiado y lo sabes. —le dijo Mitsuki—. Pero Katsuki iniciará los exámenes y no quiero que lo distraigas, por favor.

Ni siquiera lo veía para los entrenos del equipo de americano, pues las ligas, tanto como universitarias y escolares, habían sido suspendidas por la época navideña.

Por lo tanto, no había entrenos.

Shinso se encargaba de estar junto a Katsuki por cada clase que tenían juntos, feliz de que por fin Eijiro ya no llegara a interrumpirles pláticas.

Incluso le estuvo invitando al almuerzo varios días.

—Él solo es amable conmigo. —Había dicho él, cuando un día de esos

Eijiro llegó de la nada a entregarle un licuado de frambuesas y vio que Shinso le entregaba el almuerzo a su novio.

—Sí. —sonrió Shinso—. ¿Acaso no puedo ser amable?

Eijiro no respondió a ello, aunque se moría de ganas por hacerlo.

Aún así, no lo hizo por Katsuki.

El celular le había sido quitado al menor durante su semana de exámenes.

Mitsuki conocía a la perfección a su hijo y sabía que intentaría llamar a su novio o no dejarían de enviarse mensajes.

Sin embargo, aunque Mitsuki hiciera lo posible para que su hijo se concentrara en los estudios, no sabía que en varias ocasiones Eijiro llegaba al cuarto de Katsuki, trepándose por las paredes de la casa y entrando por el balcón de su habitación, solamente para decirle al menor cuanto lo extrañaba, abrazarlo un rato y llenarlo de besos.

Cuando terminó la semana y el menor salió de su último examen; que era biología, salió corriendo de la institución para encontrarse a Eijiro extendiendo los brazos hacia él y recibiéndolo con un abrazo de oso.

—¡Por fin soy libre! —sonrió el menor—. ¿Cómo te fue en tu examen de hoy,
Kiri?

Eijiro hizo una mueca de disgusto.

—Eso no es lo que importa ahora.

Katsuki sabía que no debía preguntar mas.

—¿¡Podemos ir por un helado!?.—dijo tan emocionado que aquello no había parecido una pregunta sino una afirmación.

Y estaba seguro de que el mayor cumpliría todos sus deseos. —Por supuesto, cariño.

Eijiro había pasado tanto tiempo con Sero aquella semana de exámenes que Mirio comenzaba a ponerse celoso y hacer miles de escenas dramáticas de:

"Mejor vete con tu mejor amigo, Sero"

Entonces el mayor decía;

—Bien. Por lo menos no se pasa diciendo las veinticuatro horas del día que muere de hambre.

Posesivo [Kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora