Capítulo treinta y seis II (final)

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"Luego nos damos la vuelta como si nada hubiera pasado

Para que nuestro último saludo sea hermoso

Hasta entonces, sonríe un poco más.

Incluso si leo tu corazón

Incluso si pides la tasa de interés variable, te alejas más

Así que conoce a alguien mejor que yo

Quiero que sonrías"


Eijiro no recuerda con exactitud lo que sucedió después en la fiesta.

Justamente, cuando miró a Katsuki partir de ella, siguió a Mina al jardín trasero.

Tampoco tiene idea de dónde salió Mina o quién la invitó, pero cuando le preguntó a Tenya, éste le dijo:

-—Yo nog la invitég. –aseguró por milésima vez, con todo el cereal en la boca mientras miraba televisión. Eijiro apenas logra entenderle a lo que el corredor traga y vuelve a decir—-.
Yo no la invité. Seguramente escuchó el rumor de la fiesta en tu casa y vino, así como lo hizo Katsuki.

Eijiro quedó pensando.

Eso tenía sentido…
Pero mientras más lo pensaba, más fruncía el ceño. Recuerda dejarse guiar por Mina al jardín para alejarse de Katsuki. Eijiro está tan abrumado por la discusión que tolera la presencia de ella y ni siquiera se queja cuando ésta toma de su mano.

Y si se pone a pensar con todo y detalles, recuerda que también Mina le ofreció un trago y luego Eijiro, para quitarse el estrés, tomó otro, luego otro, y otro, y otro más; hasta ponerse borracho del todo y al punto de que ya no recuerda lo que sucedió después con exactitud.

El día siguiente fue lo peor.

Cuando abrió sus ojos y sintió los rayos de sol penetrando por toda la ventana de su habitación y lastimándole la vista, sintió a su vez unos dolores terribles en su cabeza; como si la estuviesen martillando.
Se estiró por completo; alzando sus brazos y estirando sus piernas hasta el punto que escuchó algunos de sus huesos tronar.

La cama estaba tan cómoda y suave que hubiera querido quedarse todo el día en ella.

Eijiro sentía el olor del cigarrillo, alcohol y sudor incrustándose en sus fosas nasales.

Dios… toda esa combinación era brutalmente asquerosa y por tal hedor hizo un gesto de asco.

“Cigarrillos, alcohol y sudor”
Repitió él en su mente y no tuvo que pensarlo más. Se re incorporó de golpe en la cama.

Pero ese esfuerzo había sido de mala idea, en cuanto lo hizo, Eijiro sintió como si su cabeza estuviera al borde del colapso.

La sujetó con sus manos.

-—Mierda. —-gruñó. Se sentó al borde de la cama y poco a poco volvió a abrir sus ojos.

Miró a su regazo, entrecerrando sus ojos mientras se acostumbraba a la luz, y pudo divisar que solamente tenía el bóxer puesto.

Eijiro casi se puso a orar cuando miró a sus pies el resto de su ropa esparcida por toda la habitación. Pero eso no era lo peor, porque entre ella también habían más de tres prendas femeninas.

A sus pies estaba un sostén color azul marino.

Lo tomó entre sus dedos índice y corazón, y tragando secamente e implorando compasión, lo alzó a su vista, frente a él.

Posesivo [Kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora