Posesivo [Kiribaku]

Capítulo veintiocho

Shinso había tenido muy buenos días desde que UA ganó contra el colegio de Shiketsu con una ventaja de siete anotaciones.

Jamás se sintió tan feliz como en ese momento, tras haber obtenido el trofeo de victoria, los vitoreos del público, un apretón de manos de Eijiro y principalmente un abrazo de Katsuki.

Desde aquel momento épico UA no paraba de obtener victorias y aquello era más que bueno, principalmente para Eijiro porque, al ver que el equipo de preparatoria ya estaba preparado, ya no sería necesario entrenarlos más con los universitarios.

Eso implicaba que el equipo ya no entrenaría a UA, y como ahora Shinso era su amigo, ya no tendría que molestarse en proteger de Katsuki y dejaría por fin el puesto de Mariscal de Campo porque cada día sentía que detestaba más el fútbol americano.

—¿Dejarás el puesto? —preguntó incrédulo Sato, sin poder creérselo—.¿Estás loco? ¡Te necesitamos, eres bueno jugando!

Sato se puso serio.

—¿Prefieres estar en un deporte en el que te muelan a golpes y no saber cuándo te dejarán inconsciente?

Eijiro sonrió.

—Esa es la parte divertida.

Y después de eso, Sato y el resto del equipo ya no insistieron más.

Ahora, Katsuki va meciendo su mano entrelazada junto a la de Eijiro de arriba hacia abajo mientras éstos van caminando hacia la casa del menor después de un largo partido en el que UA derrotó a otra escuela por una larga ventaja.

—No entendí nada de lo que pasaba
—desbordó Katsuki el silencio—. Pero fue divertido. Mi parte favorita fue cuando Koda llegó a la meta.

¿Meta? No existía ninguna meta.

—Cariño, se le llama anotación.

—Ah, bueno, eso.— le sonrió—.
¿Cuál fue el tuyo, Kiri?

Éste quedó pensando.

—¿Mi parte favorita? —Katsuki asintió—. Mmm…. Quizás cuando los cuatro chicos de esa escuelucha se lanzaron contra Shinso.

—¡ Kiri, no seas grosero! Eso debió doler… —hizo una mueca de disgusto, luego de eso ninguno dijo más y disfrutaron su compañía en un dulce silencio.

Eijiro no quería decírselo, pero en verdad había disfrutado cuando aquellos chicos se lanzaron en contra de Shinso, tacleándolo.

Fue divertido.

El reloj de Eijiro marcaba las 11:45 pm y él le había prometido a Mitsuki que dejaría a Katsuki frente a la puerta de su casa a las doce en punto. Ya iban un poco atrasados y eso era culpa del menor, debido a que había protestado en ir al partido caminando y no en la motocicleta, en donde decía que “iba a caerse” o “llegarían a accidentarse”.
Lo peor de todo era que Katsuki caminaba muy lento.

Aunque no era tan mala la caminata después de todo, porque ambos la estaban pasando bien. Principalmente cuando Katsuki dejaba de caminar y jaloneaba de la mano de Eijiro para que éste se le acercase y lo besase.

Se besaban como si tuvieran todo el tiempo del mundo. Eijiro rodeando sus manos en la cintura de Katsuki y apegando sus cuerpos, éste tenía la filosofía de que si el mayor no lo detuviese nunca entonces se caería, porque cuando Eijiro lo besa sus piernas siempre se debilitan.

Esos pequeñitos detalles en los que Katsuki se dedicaba a dar cariñitos a Eijiro, eran los que volvían loco su corazón.

—Ya llegamos, Kiri. —sonrió él.
Dando un pequeño salto hacia la grada que quedaba frente a la puerta de entrada de su casa—. Fue lindo caminar después de todo, ¿cierto?