🗡 KAPITEL V 🗡

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Los diálogos que estén con: "cursiva" son en pasado.

Dahak Mortensen estaba de pie mirando pacíficamente la noche en la ciudad a través del ventanal de su mansión, estaba en completa oscuridad ya que no le gustaba ningún tipo de luz

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Dahak Mortensen estaba de pie mirando pacíficamente la noche en la ciudad a través del ventanal de su mansión, estaba en completa oscuridad ya que no le gustaba ningún tipo de luz. Su mirada era totalmente serena mientras que en su mano derecha descansaba un vaso de Whisky negro con hielo que bebía con total calma. Su mente divagaba sobre todas las cosas ocurridas hasta ahora, pensando en la seguridad de su único hijo que había protegido desde las sombras todos estos veinte años.

La puerta a su espalda se abrió en silencio, y él solo sonrió ladino al reconocer las pisadas de aquel hombre. Los pasos se detuvieron justo frente a su pequeño bar y se sintió como aquella persona se servía una copa de Martini, luego esas firmes pisadas se detuvieron frente a su sofá individual y después se sintió el suave roce de un cuerpo sentándose.

—Te tengo una noticia y no si sea buena o mala —comentó la voz detrás de él—. Daegan recibió información sobre ustedes, ya sabe que están vivos.

Dahak no dijo nada. 

—Pero eso no es lo importante ahora. ¿Qué crees que estás haciendo, Dahak?

Dahak sonrió, pero no se volteó—. Se más específico.

—¿Qué fue eso de ir a visitar a Aidan en su lecho de muerte?

—No sé de qué hablas.

—No te hagas el imbécil conmigo.

—Cuidado con tus palabras —susurró ronco—. Que no se te olvide con quien estás hablando.

—Oh, ruego que me perdone su majestad de la imbecilidad —sonrió ladino—. Pero no puedo dejar pasar por alto su estupidez.

Dahak rodó los ojos con fastidio.

—Te recuerdo que fuiste tú mismo quién dijo que no se presentaría ante el mundo jamás a menos que sea completamente necesario —dijo el hombre a su espalda con seriedad—. Y esa noche te pasaste por el culo todo el esfuerzo que hemos hecho durante años.

—Tuve mis razones.

—¿Qué querías lograr? —preguntó él hombre en un tono serio.

—Eso no te incumbe.

—Soy tu mejor aliado. Por supuesto que me incumbe.

—¿Estás seguro de eso, Ajax?

Dahak se volteó mientras meneaba el vaso entre sus manos, sus ojos azul grisáceo se clavaron en los claros ajenos, Elián Ajax lo miraba con una calma bastante peligrosa, si bien su postura era relajada, en sus ojos no lo era, en ellos se podía ver como lo quería despellejar vivo. Elián bajó la mirada hacia la mano derecha de Dahak, en dónde descansaba el vaso de Whisky, pero también donde se notaba a la perfección el anillo de una cabeza de león hecho de oro macizo.

LA MUJER DEL MERCENARIO © #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora