The devil asks

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Capítulo 11:

¿Cómo escapar? Luz Noceda a sus diecinueve años tenía esa pregunta mientras corría con lágrimas en sus ojos hacia casa, había empezado a llover a cántaros y la imagen del cuerpo inerte de su amada no la dejaba en paz; a unos metros de su hogar paró en seco resbalando y rodando por la calle inclinada, todo de ella le dolía pero al querer examinar sus heridas estas se estaban recuperando dejando solamente la suciedad a la vista, asustada por lo que sea que se haya convertido, sus pupilas se achicaron y sus manos temblaron con horror, la humilde casa estaba a unos metros; con el agua corriendo como río por debajo de ella, su reflejo le mostró que ya no era cien porciento humana. Recordó de donde salió, como la tierra del cementerio se había removido al salir de su ataud, el cómo succionó la sangre de esas personas y como asesinó a los guardias de la casa Brown.

Entonces, colocándose de pie con una mirada glacial y a la vez triste, se alejó.

—Jovencita. - en el cielo se presenció un relámpago que iluminó las pocas nubes que querían opacar la luna. —Ven conmigo.

—Porqué iría con usted. - el ruido del choque de las gotas contra el suelo le fastidiaba.

Solo parpadeó un segundo y el hombre ya no estaba, miró hacia los costados para luego sentir un leve soplido en su oreja.

—¿Acaso quieres que él se enoje de nuevo? - susurró.

—Q-Quién eres...

El hombre chasqueo los dedos y lentamente un círculo brillante rodeó los pies de la morena confundiendola por completo.

—Mi nombre...es Caleb. - y la chica cayó a un gusano sin fin.

Cientos, tal vez miles de brazos saliendo de las llamas de la desesperación, sus oídos temblaban con los interminables lamentos mientras seguía cayendo preguntándose cómo es que el fuego aún no terminaba con su existencia o cómo el calor no hacía sudar su cuerpo. Al llegar al impensable final, una silla con acolchado rojo y madera negra cual oscuridad recibió su trasero y la acercó a un escritorio del mi mismo color, detrás de este, una especie de trono lleno de huesos, este estaba vacío y parecía demasiado incómodo usar algo como eso.

—Tenebroso ¿no lo crees?

Su piel se estremeció con el aliento pegado a su mejilla y con los ojos amarillos que la observaban tan de cerca.

—E-Eres tú. - inconscientemente hizo relucir sus colmillos, sus ojos rojos como la cereza, sus garras largas como las de un felino y su enojo mezclado con resentimiento y tristeza.

—Compórtate, he sido muy generoso contigo ¿y es así como lo pagas? - su expresion era casi indescriptible.

—¿Generoso, pagar? Tu no has hecho nada por mí. - quiso colocarse de pie pero su cuerpo no se movía, no obedecía a las señales que su cerebro le enviaba.

—Tu me pediste ayuda ¿no lo recuerdas? Huesos rotos, hemorragia interna, un...arbol a la mitad de la madrugada.

—Yo...y-yo no te pedí esa clase de ayuda, ¡yo no quise que me convirtieras en un monstruo! - gritó, las lágrimas simplemente salieron al recordar esa noche turbia. —Solo quería...vivir. - agachó su cabeza.

—Para qué ¿para morir un par de años después? - preguntó desinteresado.

—Íbamos a huir...casarnos, I-íbamos a morir juntas. - lloriqueo sin las fuerzas de seguir forzando a su cuerpo a liberarse de la misteriosa fuerza que la tenía sentada. —Tú... - de repente podía verse una vena por el lado de su frente. —...la arrebataste de mi lado.

Al no soportar su comportamiento, dio un leve soplido y una neblina azotó a la chica dejándola caer en un oscuro lugar, al sentirse libre con su tristeza he irá correr por su cabeza, empezó a maldecir a la persona con que había hablado.

—¡Mija! ¡Estas bien!

Al girarse, la figura de su madre le trajo brillo a su rostro.

—¿Ma? - sonrió. —¡Mamá! - pero al acercarse, la expresión de la mujer cambió. —¿Ma? S-Soy yo, Luz...

—Tú no eres mi hija. - cubrió su boca con horror y empezó a dar marcha atrás. —Eres un monstruo.

—M-Ma sigo siendo yo, no es lo que crees. - dijo desesperada.

—¿Lu? - giro de nuevo y encontró una demacrada Amelia Brown.

Sin poder creer lo que estaba viendo, se acercó con cuidado con su labio inferior temblando y su respiración agitada.

—Ames...ah ¡aah me alegra tanto! ¡Tanto! - rió con locura y felicidad.

—Creí que me amabas. - sus pasos se detuvieron y la pálida joven levantó la mirada mostrando unos ojos sin vida o color.

—Te amo ¡Eres mi vida entera! Porqué- - queriendo tomar su mano, la contraria solo la apartó con frialdad.

—¡Aléjate de mí! Todo era falso. - sonrió con tristeza. —Mentirosa.

—No, N-no. - en verdad era una de las peores pesadillas.

—Mentiste ¡Mentirosa, mentirosa, mentiste!

Las mismas palabras apuñalaban sus sentidos he herian su corazón mientras rondaban en cada rincón del oscuro lugar en el que se encontraba, tapándose los oídos, sentada con ganas de abrazar sus piernas, no podía dejar de llorar. Si su cuerpo podía autocurarse ¿podía sanar su corazón?

De repente todo era como una macabra historia de terror, las vibras que generaban eran traumaticas y funcionaba perfecto pues jamás olvidaría lo que vió y oyó en el corto tiempo que estuvo allí, para aquel que la torturó, solo fueron unos segundos de sufrimiento.

—Espero estés preparada para servirme, de lo contrario no seré clemente. - tomó su mandíbula con dureza sintiendo la humedad de un par de lágrimas que huían.

La chica asintió, agradecida internamente de haber sido sacada de ese huevo infernal.

—Buena chica. - sonrió. —te explicaré las reglas.

Que tal gente linda, espero se encuentren bien donde quieran que estén.
Si tuvieron un mal día ¡pues ni modo! A darle pa delante que el pasado ya dolió mucho, día mal transcurrido día que me olvido, son mucho mejor de lo que creen, que nadie los haga menos ni siquiera ustedes mismos, porque con desconfianza en sus habilidades, no lograrán nada. Les mando buenas vibras gente, cuídense mucho por favor, los quieroooo uwu.

Pan🍞

Lamento de demonio - LumityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora