Capítulo 09:
El tiempo era triste y aterrador, con truenos de por medio, no sabía si salir a disfrutar del sombrío clima o simplemente esperar que la soledad de su nuevo...¿Hogar? Tranquilizara su comportamiento natural.
—¿No crees que deberías ir a cazar algo?
Se preguntaba cuantas veces había escuchado esa pregunta, pero su respuesta mayormente era un no que sus colmillos detestaban, su instinto era insaciable, siempre deseando jugar con su presa y ver sus expresiones de horror. Pero odiaba cazar, recordaba aquellas primera veces que no sabía cómo conseguir sangre fácil sin tener que herir a alguien, todos los gritos, todas esas escenas, le hacían imposible poder dormir.
—¿No deberías estar a su lado? - quiso contraatacar, aunque para aquel chico, era un placer servir al señor de las tinieblas.
—No siempre. - levantó los hombros. —¿Al menos iras al trabajo? He oído que tienes una nueva secretaria, no le dejes todo que después renuncia como Melany. - sonrió burlesco.
—Vete al infierno. - contestó con indiferencia.
—Ya estuve allí y es insoportable. - se cruzó de brazos.
Tomó una de las sillas con una sola mano como si esta no pesara más que una pluma, se sentó en ella mirando hacia el respaldo y sus piernas abiertas, observando como la piel morena de la chica palidecía más, sin duda estaba cansada de aparentar ser su versión humana; sus orejas se volvieron ligeramente puntiagudas, su cabello se tornó más oscuro, su cuerpo se anchó un poco y sus uñas crecieron a penas unos centímetros convirtiendose en pequeñas garras asesinas.
—Augustus tenía razón cuando dijo que te veías genial en tu forma vampirezca. - sonrió maravillado, había visto a Noceda muchas veces en su versión humana, a penas dejaba mostrarse en como era como vampiro. Supuso que extrañaba demasiado esa parte de ella que no necesitaba beber sangre. —Que rayos ronda por tu cabeza.
—Hunter...¿Alguna vez te preguntaste que eras o podías haber sido cuando aún tenías tu mortalidad? - preguntó apartando su mirada del largo y ancho ventanal.
Una de las cosas que pierdes al convertirte en vampiro, además de la humanidad, era los recuerdos, un precio justo que debían pagar a cambio de la inmortalidad.
—Créeme Luz, mayormente me lo he cuestionado, pero quien soy para quejarme de esta vida también, vivo para toda la eternidad, puedo disfrutar de muchas cosas incluso hurtar las pertenencias de mis víctimas. - dijo con la mayor calma.
—¿Y si tenías a alguien especial? - se atrevió a preguntar. Hunter sabía de su maldición, pero los detalles eran tan desconocidos que no podía hablar del tema con ella. —Alguien que...esperaba por ti. O espera por ti.
La chica era una fiel creyente del destino y la reencarnación, si no eran iguales no importaba pero definitivamente el alma vivía dentro de aquel cuerpo.
—Si no tenías a nadie, la encontrarás...y cuando llegue el momento, tu punto de vista no será el mismo. - suspiró.
El taco de sus zapatos mocacín resonó en el mármol hasta llegar a la puerta, entró a la lujosa cocina y abrió la refrigeradora a tomar un trago de agua helada, la comida no sabía tan mal como algunos llegaban a decir, supuso que para todos no era lo mismo dependiendo de los pecados personales, y ella, quien no había hecho nada más que ser amable con el mundo, tuvo la suerte de degustar con maravilla cada alimento.
—Vamos, hay que ir a divertirnos a algún bar.
Sin alguna respuesta, hizo una mueca y con velocidad llegó al lado de su amiga.
—Que tal un club. - sonrió.
Cuando el vaso de vidrio fue dejado en la mesa de mármol, la expresión de total desinterés de Luz lo congeló en un breve momento.
Suspiró. —Bien, vamos a un bar. - fingió estar contenta. Aunque fingió mal, al chico le sirvió para revolver su cabello y juntos salieron revoloteando por todas partes hasta llegar al callejón de un bar al cual la gente frecuentaba mucho.
Hunter se alegraba de haberse alimentado una hora antes y Luz tragó saliva de golpe por los numerosos latidos que entraban por su sensible oído y circulaban por su cabeza.
Al entrar, la música con volumen moderado y relajante fue lo más destacante además de alguna que otra carcajada y conversación, oían los vasos chocar entre sí, algunos coqueteos, entre otras cosas que no parecían importantes. Se acercaron a la barra, tomaron asiento y la morena se encorvó mientras comía un poco de maní de un pequeño recipiente. El chico golpeó su espalda para que se sentara como era debido, luego de un par de segundos, el barman apareció frente a ellos.
—Pido un tequila blanco mi buen amigo.
—Entendido señor ¿y para usted señorita?
—Una piña colada.
—En seguida. - dijo para luego proseguir con su trabajo.
—¿En serio Noceda, una piña colada? Eso solo tiene mmm unos quince por ciento de alcohol.
—Más que suficiente. - respondió de manera natural.
Al estar cerca de tantas personas sabiendo como su garganta picaba y sus colmillos amenazaban a en salir, mucho más aún sabiendo que no había bebido la sangre que tenía guardada en la refrigeradora, se puso de pie con la escusa de ir al baño, hasta donde había notado, el lugar tenía una terraza propia para fumadores, tal vez un cigarrillo le ayudaría a sobrellevar sus instintos.
La terraza estaba vacía y rodeada de un largo alambrado, podía apoyarse en el y fumar cuanto quisiera; luego de un par de cigarrillos, lo tiró lo más lejos posible y revolvió su cabello, no estaba funcionando tanto como esperaba, aún así mantuvo la compostura. Se agarró del alambrado observando las afueras y con su avanzada visión notó algo extraño.
—¿Amity? - murmuró al mismo tiempo que las nubes expulsaba gotas gruesas de agua.
ESTÁS LEYENDO
Lamento de demonio - Lumity
FanfictionMaldecída a una infinita inmortalidad, deberá soportar los miles de recuerdos de como asesinó terriblemente a la persona que más ama.