Capítulo 6

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Había sido una semana muy intensa, Arley llevaba un mes trabajando para el escritor y había logrado aclimatarse bien al trabajo pudiendo llevar sus responsabilidades escolares junto con lo que el trabajo que William Floyd requería, era domingo, había amanecido frío y soleado en Londres, los rayos del sol calentaban la cocina y las ventanas ayudaban a separar del helado clima exterior, le brindaba al joven una sensación de confort. El estudiante de derecho estaba sentado en la barra de la cocina con un hielo sobre su mejilla mientras pasaba la página del libro de su jefe, ya estaba en el segundo libro, realmente era atrapante, tenía que reconocer ese hecho.

El silencio fue interrumpido por el ruido de su teléfono, dejó el hielo, que estaba envuelto en una toalla sobre la barra y tomó su celular para comprobar quien era.

"Almorzare de mi madre, pasaré a buscarte a las 16hs, necesito que me acompañes a una reunión informal de improvisto, envíame tu dirección completa."

Era un mensaje corto de William Floyd, el joven palideció momentáneamente, la idea de recibirlo en su casa no le hacía muchas gracia, pero no le diría que no, era trabajo y el hombre estaba teniendo la cortesía de buscarlo a pesar de no ser su obligación, Arley ya había notado que a pesar de la distancia que se empeñaba en poner con él y su hermano, el hombre se preocupaba por todo, siempre estaba atento a cualquier cosa que ellos mencionaran o necesitaran, fue esa la línea de pensamientos que congeló al joven, el moretón en su rostro era demasiado evidente, con una mueca de desprecio hacia la situación y el recordatorio de su vida familiar, miró el reloj, eran las 10 de la mañana, decidió que levantaría a su hermano, almorzarían y luego arreglaría su rostro.

Cuando Arley escuchó como su hermano cerraba la puerta del baño, luego de haberle tomado más de una hora intentar levantarlo, el joven estudiante suspiro y volvió a la cocina donde se puso a preparar un poco de pasta de colores que el más joven de la familia había elegido en el súper hacía un par de días, pues aparentemente además el paquete venía con unas etiquetas de Los Vengadores que a Oliver le encantaban.

―Hermano―la voz se escuchaba ronca como de recién levantado.

Arley sonrió del otro lado del teléfono sabía que su mejor amigo dormía hasta tarde los domingos.

― ¿Te desperté?

―No importa, ya tenía que levantarme, me ahorraste la alarma―contestó ― ¿Qué pasa?―pregunto luego de un bostezo que le impidió hablar.

― ¿Podrías cuidar a Oli esta tarde? tengo una reunión de trabajo a las cuatro y no puedo llevarlo.

―Si claro. ¿Esta bien que lo busque a eso de las tres?

Arley quito la tapa de la olla mientras podía escuchar a su mejor amigo vestirse al otro lado del teléfono.

―Sí, perfecto, gracias.

―No puedo creer que trabajes un domingo Ley.

―No es importante, pero gracias de nuevo hermano―contesto el castaño.

―Lo que quieras. Pasaré en unas horas a buscarlo―dijo Cristian mientras Arley lo despedía en la llamada.

Cuando el castaño volvió a quedarse solo con sus pensamientos suspiro, justo ese día no tenía muchos ánimos para hacer nada, mucho menos socializar con personas que no conocía de nada pero esperaban de él una buena actitud. El sonido del agua rebalsando de la olla sacó a Arley del tumulto de pensamientos oscuros que tenía en su cabeza, con un insulto poco apropiado y que esperaba que su pequeño hermano jamás escuchara sacó la cacerola del fuego y comprobó si la pasta estaba lo suficientemente cocida. En su espalda pudo escuchar cómo el dormido niño de nueve años movía el banco para sentarse frente a la barra y almorzar como correspondía. Oliver odiaba levantarse y los domingos era el peor día ya que si fuera por la elección del niño el día comienza siempre después de las doce del mediodía, en eso se parecía mucho a su mejor amigo, algo que provocaba una sonrisa en el mayor.

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