Arley un estudiante de derecho sobresaliente con muchos problemas en casa, vive para proteger a su hermano de nueve años de las manos de un padre alcohólico.
William es el escritor del momento, con una vida estable y una ex asistente un poco loca...
La mañana siguiente empezó desde muy temprano, William se había dormido en una silla junto a la cama con su cabeza apoyada en las mantas, mientras que Oliver estaba acurrucado en la misma cama que su hermano, de esta forma los encontró la enfermera.
Arley pasó gran parte de la mañana realizando los últimos exámenes médicos y los cambios de vendajes, debería llevar el brazo enyesado por dos semanas y necesitaría que alguien lo ayude con el cambio de vendajes en el torso, había tenido suerte al no romperse las costillas, pero había estado muy cerca. William por su parte había pasado la mañana entreteniendo a Oliver para que no se preocupara por su hermano mayor.
Fue de esa forma que los encontró Arley cuando regreso a la habitación, ambos sumidos en una seria conversación sobre superhéroes y sus poderes, Oliver parecía serio en función de discutir con el autor, cosa que provoco mucha ternura en el joven asistente.
― ¿Cómo fue?―pregunto William cuando lo vio entrar.
―Bien.
Los ojos del escritor miraban analíticamente el yeso en el brazo izquierdo por lo que Arley agrego.
―Debo llevarlo por dos semanas, y los medicamentos también son dos semanas―explicó.
― ¿Y qué pasa con lo moretones?
―Una crema durante una semana.
―Bien―William miro un momento más a Arley y se acercó a la mesa para buscar su taza de café.
―Gracias―suspiro el más joven mientras se acercaba a su hermano―. Voy a llamar a la señora Hings para que pueda...
Arley se detuvo un momento y se giró para mirar al escritor, estaba asumiendo que el hombre iría con ellos, Arley quiso patearse, se sentía muy cómodo junto a William y se sentía seguro. La mirada chocolate se enfocó en los ojos negros tratando de decidir qué era lo correcto. William reconoció el temor de la comodidad en sus ojos, William sabía lo que era el miedo a sentirse tan cómodo con otra persona que asustaba. El escritor estaba muy tentado a envolver sus brazos alrededor del joven, pero sabía muy bien que era pasar los límites, al menos en ese momento.
―Déjame acompañarte, puedo llevarte y cargaremos las cosas en mi auto luego, será lo más práctico.
William le estaba dando una salida fácil, una para que no demostrara su comodidad, solo un obvio sentido de practicidad, algo con lo que Arley podía vivir.
―Gracias―murmuró el joven antes de tomar su teléfono.
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Llegar al departamento tomó casi media hora desde el hospital donde estaban, Oliver se había aislado del mundo en el asiento trasero del auto con otro de sus libros mientras que Arley y William habían tenido un viaje tranquilo en silencio, pero era un silencio cómodo. Cuando el auto se estaciono y los tres bajaron Arley noto como una patrulla policial estaba estacionada en la puerta también. El joven soltó un suspiro angustioso.
