Capítulo 1

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         ­­ Llegó al departamento luego de haber pasado horas en el avión de regresó, estaba agotado, era su parte menos favorita del trabajo pasar horas pendiente de los demás, sobre todo de un montón de idiotas que solo habían leído un resumen del libro y estaban más interesados en sus relaciones amorosas o falta de ellas que en lo que decía el tercer libro de la saga o en el próximo gran estreno de la primera película.
    
     Se dejó caer en la cama suspirando, disfrutando de la suavidad de sus sábanas eran sin lugar a dudas las mejores desde su poco humilde opinión.

     Sin siquiera quitarse los zapatos cerró los ojos fundiéndose con la almohada quedándose dormido de forma inmediata, más como solía ocurrir cada vez que llegaba y pisaba suelo inglés su teléfono comenzó a sonar de forma desesperada siempre era lo mismo y siempre olvidaba apagar el teléfono.

     ― ¿Sí?― gruñó a la persona al otro lado, sin fijarse en realidad quien era.

     ― ¿Llegaste bien?―dijo la voz de una mujer del otro del altavoz del celular.

     ―Hola mamá―el tono de voz era ronco pero claramente sorprendido.

     ― ¿Cómo estás?―preguntó.

     De fondo se podía escuchar como la mujer preparaba un té, quizás la segunda o tercera taza del día.

     —Bien, cansado.

     —Es bueno que ya estés en casa—hizo una pausa para beber un sorbo de té— ¿vendrás mañana a casa cierto?—ella escucho el silencio al otro lado del teléfono— es el cumpleaños de tu sobrino William—reclama con cariño.

     —Lo sé— él suspira— estaba perdido no me había fijado el día, si mañana voy.

     —Haremos una cena afuera, es a las seis de la tarde, aunque Melodí ya tiene el horario e imagino que también el regalo—comentó la mujer con un tono de gracia, por la dependencia de su hijo—. Te dejo dormir cariño. Nos vemos mañana.

     —Hasta mañana mamá.

     Arrojó el celular a alguna parte de la cama, pensando que no sería importante hasta el día siguiente. Sin embargo y por las desventajas o ventajas de tener una cabeza como la suya, Wiliam no pudo dormir, no tenía el regalo de su sobrino, el despido de Melodí había sido tan repentino que ni siquiera sabía muy bien cómo acomodarse a la vida sin su asistente, tampoco sabía muy bien aún cómo asimilar lo ocurrido. Giró su cuerpo hasta que estuvo boca arriba y puso un brazo sobre sus ojos tratando de ordenar sus ideas, hacer una lista mental. Tenía que ordenar su ropa, tenía que lavarla, buscar un regalo a su sobrino, que cumplía cinco años, tenía que conseguir una nueva asistente, y comer, quizás si tenía tiempo podía empezar a bosquejar alguna de sus ideas, o quizás dormir. La lista no tenía un orden de prioridad muy concreto o saludable, pero llevaba sin dormir más de diez horas, no podía pedirle mucho a su cabeza. William se estiró en la cama y sin mucho cuidado se quitó los zapatos que cayeron sobre el suelo haciendo un sonido seco, rebusco en su cama hasta dar con el teléfono. Las 9 de la mañana del sábado 5 de septiembre. Con un ojo cerrado y el otro abierto, mucho más dormido que despierto coloco la alarma para la una de la tarde, eso le daría unas horas de sueño suficientes como para poder continuar el resto del día. Sin siquiera soltar el celular William se quedó profundamente dormido en su adorada habitación de color gris.

 Sin siquiera soltar el celular William se quedó profundamente dormido en su adorada habitación de color gris

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