Capítulo 11

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Las puertas de la habitación se abrieron despacio y sin hacer ruido, el cuarto estaba prácticamente oscuro, solo una pequeña luz cálida en la mesita de noche. Los ojos de William recorrieron el cuarto catalogando la información, su asistente estaba completamente conectado, el monitor mostraba que su ritmo cardiaco era normal, había una aguja en su brazo derecho que le suministraba un suero, el mismo brazo tenía la marca de una mano casi en color morado, el médico que lo recibió le dijo que el joven en la camilla había tenido mucha suerte, ahora que lo veía, William estaba seguro de que eso era un eufemismo, los ojos morados, la venda en la cabeza y en las costillas, la mano izquierda enyesada, el rostro con moretones, no había sido suerte, era todo menos eso. Un pequeño gemido lastimero llamo su atención.

― ¿Oliver?

―Señor Floyd―dijo el niño desde donde estaba, abrazando sus piernas.

William se acercó con cuidado como si se acercara a un pequeño cachorro maltratado, era evidente que el niño tenía miedo por su hermano, los ojos rojos denotaban que había estado llorando por horas, sin embargo no tenía ninguna herida, eso lo tranquilizo. El niño de nueve años estaba sentado en el sofá de la habitación abrazando a sus piernas y rodeado por una manta, William ni siquiera sabía quién había pagado por un cuarto privado o como lo había hecho.

— ¿Cómo estas Oliver?

—Bien.

—Oliver...—insistió William.

—Tengo miedo de que no se despierte—sollozo.

—Pero lo hará—contesto el hombre mientras acercaba al niño—, el doctor dijo que se despertaría pronto.

— ¿Vino aquí porque mi hermano está en problemas por no ir hoy?

Era lunes por la mañana, el sábado había sido la rueda de prensa y por supuesto no había sabido nada del joven el domingo, ese lunes Arley debía presentarse a trabajar en la tarde, pero hacia una hora William recibió una llamada que lo perturbo y lo hizo salir de la casa prácticamente corriendo.

—No, claro que no, Cristian me aviso y por eso vine ¿Dónde está él?

—Trabajando, igual que Tía Lana y Lira.

— ¿Quiénes son?—interrogo curioso.

—La mamá y la hermana de Cris.

— ¿Y te quedaste solo?

—No quiero que se despierte solo...—los ojos de Oliver volvieron a lagrimear.

William lo envolvió en sus brazos tratando de calmarlo, de brindarle algún tipo de consuelo, aunque sabía que era inútil, lo único que lo calmaría seria Arley, quien era todo lo que tenía y ahora estaba tendido en una cama de hospital, inconsciente, podía entender el miedo de Oliver, el mismo tenía miedo de que el joven no volviera a despertase, pese a las aclaraciones del médico las heridas en el cuerpo del joven daban una impresión diferente.

— ¿Quieres contarme que paso?

—Estaba enojado porque llegamos tarde el sábado, grito mucho porque Ley no le había dado dinero...

— ¿Tu hermano le da dinero?—pregunto ente asombrado y molesto.

—Así no grita, cuando Ley le da dinero él no le pega ni grita fuerte—explico.

—Muy bien, ¿y luego que paso?

—Él grito y Ley me mando a mi cuarto como hace siempre, pero Tayler me agarro del brazo y no me dejo pasar—las lágrimas comenzaron a caer por el rostro de Oliver—. Entonces Ley se enojó y aparto su mano de mí, y... y él comenzó a golpearlo—no pudo continuar hablando ya que las lágrimas nublaban sus ojos y el nudo en su garganta se hacía más grande.

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