Día 12: Fugas de leche

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Las salidas de Sherlock se vieron disminuidas ya que su fecha de parto se acercaba y su doctora le había explicado que existía la posibilidad de que el bebé decidiera nacer antes. Así que por precaución no salía de casa y, si lo hacía, alguien siempre lo acompañaba. Jamie e Isabella en cuanto salían de clases corrían a casa para estar con él, les aterraba dejar solo a su padre y que algo le ocurriera sólo porque ellos cedieron perder el tiempo en tonterías con sus amigos. Ewan y Alex estaban próximos a sus vacaciones, así que pronto estarían en casa.

Mycroft lo visitaba con más frecuencia y John estaba trabajando tantas horas extras como podía antes del parto para poder hacer uso de sus vacaciones y así ayudarlo con el bebé.

—Tan sólo faltan días —dijo Sherlock mientras John y él veían un ridículo programa de televisión. Isabella se encontraba en la casa de una de sus amigas para la pijamada programada de cada dos meses y Jamie había salido con los chicos del equipo de rugby, así que esa noche eran sólo ellos dos.

—Ya quiero conocerla, espero que tenga tus ojos —respondió John mientras tocaba el vientre de Sherlock que rió al escuchar su comentario.

—No, quisiera que tuviera los tuyos... —replicó—. Quizás mis rizos, pero definitivamente tus ojos —su respuesta parecía indeclinable.

Sherlock suspiró mientras apoyaba la cabeza en el hombro de John y entrelazar los dedos de su mano derecha con los de su esposo. Extrañaba pasar momento así. A solas con él. Usualmente la casa estaba llena de personas, hacía tiempo que no tenían tiempo para ellos y estaban seguros de que cuando el bebé llegara sería mucho peor.

—Sherlock, ¿te gustaría que fuéramos a cenar? —preguntó de repente Watson—. Hace mucho tiempo que no salimos solo nosotros dos, creo que deberíamos aprovechar ahora que aún podemos hacerlo —le propuso y Sherlock asintió.

—Claro que sí, eso me encantaría —aceptó de inmediato. John lo besó una vez y luego se puso de pie para extender su mano y ayudar a su esposo. Fueron al cuarto y se cambiaron de ropa antes de salir de casa, no sin antes dejarles una nota a sus hijos.

***

Sherlock y John tenían un cariño especial por el restaurante de Ángelo. En ese lugar tuvieron su primera cita y muchas otras más. así que John había reservado una mesa para ellos dos esa noche. Fueron recibidos con amabilidad y los guiaron hasta una de las mesas con vista a la calle. Revisaron el menú y, luego hicieron sus respectivos pedidos.

—Es un alivio que Rosie ya me deje comer todo lo que me gusta —bromeó Sherlock cuando su plato de espagueti fue colocado frente a él. Joh rió.

—Lo que es un alivio es que mi perfume ya no le desagrade —replicó recordado los primeros meses en donde a Sherlock le daba náuseas el olor.

Fue el turno de Sherlock para reír. Ambos comenzaron a recordar viejos tiempos, aún no podían creer cuántos años habían pasado desde su primera cita. Jamás pensaron que ellos llegarían a casarse, mucho menos a formar la familia que ahora tenían. No todo había sido felicidad, hubo momentos muy complicados en los que Sherlock llegó a creer que el divorcio era la mejor opción, pero al final supieron salir adelante. Sherlock estaba riendo de la historia de John y el niño que le había estornudado en la cara cuando estaba haciendo su residencia cuando lo sintió. Era algo caliente que parecía supurar de sus pezones y, cuando bajó la mirada se percató de su qué camisa estaba manchada. Consternado sólo atinó a tomar su abrigo y cubrirse con él. John lo observaba desde el otro lado sorprendido.

—¿Quieres que pidamos el postre para llevar? —preguntó y Sherlock asintió.

—Por favor.

John hizo señas al camarero y le dio la orden. Como siempre ellos no tenían que pagar por lo que consumían, así que luego de darles las gracias por su atención regresaron a casa. En cuanto entraron, Sherlock corrió hacia su cuarto y se quitó la camisa. efectivamente había líquido saliendo de sus pezones.

—Tienes una fuga de leche —dijo John detrás de él—. Es normal, ya sabes que tu cuerpo está listo para alimentar al bebé. —Sherlock asintió. En sus anteriores embarazos ya le había sucedido algo así. Aunque a su edad le resultaba vergonzoso.

—Definitivamente no volveré a salir de casa, me niego a que la gente me vea con la ropa manchada y oliendo a leche. —Frunció el ceño mientras iba en busca de su pijama y se cambiaba frente a su esposo. John rió para luego hacer lo mismo. No pasó mucho tiempo antes de que los dos estuvieran cómodamente en la cama.

—Si te hace sentir mejor el aroma es agradable y a mí me gustaría probarla —le susurró.

—¡John! Eso es asqueroso —se quejó Sherlock para luego recostarse de lado—. Apaga la luz y duérmete, pervertido —le dijo y John rió antes de abrazarlo y besar su mejilla.

—Buenas noches, mis amores —susurró para luego hacer lo que Sherlock le pidió. No pasó mucho tiempo antes de que ambos se quedaran dormidos.

***

A la mañana siguiente Sherlock se despertó entre gritos cuando descubrió la camisa de su pijama completamente mojada con leche y sólo podía rogar que su bebé naciera pronto. 

Inesperado •Johnlock/Agosto mpreg•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora