Inesperado •Johnlock/Agosto mpreg•

Día 8: Estrías

La primera vez que Sherlock vio las líneas rojizas en su vientre no les prestó atención, creía que se debían a que se había bañado con agua demasiado caliente, usualmente le aparecían ronchas cuando eso sucedía. Pero, con el paso de los días vio que más de ellas comenzaban a aparecer, entonces comenzó a preocuparse y temer que algo malo le estuviera ocurriendo a su bebé. Nunca en sus cuatro embarazos anteriores algo así le había ocurrido.

Sherlock acaba de terminar de tomar una nueva ducha y, mientras se miraba al espejo sonrió al ver su vientre, siempre era feliz al ver que su hija crecía cada día y que estaba seguro en su pequeño hogar. Su sonrisa se borró al ver las marcas que surcaban su vientre, era como las raíces que crecen debajo de los árboles, sólo que en su caso crecían hacía arriba, dándole a su piel un aspecto desagradable.

—John... —llamó Sherlock y su esposo no tardó en salir del baño.

—¿Qué ocurre? ¿necesitas algo? —preguntó Watson. Sherlock negó.

—No, es sólo que no sé qué son estas cosas. —señaló las marcas en su vientre. John frunció el ceño y se acercó a su esposo. No dudó en inspeccionar la zona. Pero luego su rostro se relajó.

—Sherlock, no tienes nada de qué preocuparte —le dijo—. Son simplemente estrías —le explicó. Ahora fue el turno de Sherlock para fruncir el ceño.

—Imposible, jamás tuve estrías —le recordó. John se encogió de hombros.

—Bueno, siempre hay una primera vez para todo. Además, ya no tienes veinte años —le recordó sin percatarse de que sus palabras dañaban a Sherlock. Sintiéndose acomplejado comenzó a buscar su ropa y se vistió rápidamente.

—Iré a preparar el desayuno —susurró y John simplemente asintió mientras revisaba su bolso y se aseguraba de no olvidar nada.

Las mañanas de la familia Holmes-Watson siempre eran un verdadero caos. Sus hijos se despertaban tarde y corrían por toda la casa en busca de sus cosas para alistarse e intentar llegar a tiempo al colegio. Sherlock preparó una pila de hot cakes, tostadas con mermelada de frambuesa, café y té. Sus hijos no tardaron en pelear por los hot cakes para luego cubrirlos con una gruesa capa de miel. Sherlock hizo una mueca al ver tanta azúcar, pero no dijo nada. Mientras John bebía su café Sherlock tomó unos pequeños sorbos de té sin apartar la mirada de su esposo. Sentía que algo no estaba bien, pero no sabía qué.

Al terminar Jamie e Isabella corrieron a su cuarto en busca de sus mochilas mientras John terminaba de abrochar su chaqueta. Los niños regresaron y besaron a Sherlock en la mejilla para luego salir del departamento.

—Te veo en la tarde —dijo John y Sherlock asintió. Estaba listo para recibir su beso, pero sintió una opresión en el pecho cuando Watson sólo le sonrió y luego abandonó el lugar para seguir a sus hijos. Por supuesto, sabía muy bien lo que no estaba bien entre ellos. Sherlock acarició su vientre tratando de mantenerse sereno. Sabía que su estado de ánimo afectaba a su hija y él quería que ella estuviera bien.

Mientras recogía todo de la cocina pensó en lo mucho que había cambiado su relación con John. Desde la noticia de su embarazo no había vuelto a tocarlo. No eran una pareja joven, pero habían sabido cómo mantener "la llama de la pasión" encendida durante todos sus años juntos, ahora esa llamara parecía estar extinguiéndose.

Cuando terminó de lavar fue a su cuarto a cambiarse de ropa ya que no podía estar todo el día en pijama. Mientras estaba peinando su cabello no pudo evitar observarse. Nunca antes le había importado su aparecían, sabía que en el pasado había sido blanco de muchas miradas y suspiros. Pero ahora ya no era así. Su cabello oscuro tenía algunas canas, la piel de su rostro mostraba algunas arrugas y si veía su vientre era aún más aterrador. En sus embarazos anteriores a pesar de que su piel se estiba cada vez que uno de sus hijos crecía nunca presentó esas marcas llamadas "estrías", incluso muchos solían decir que envidiaban que luciera tan bien luego de un embarazo.