Día a día.

Insuficiente.

¿Cómo sucedió?

Las cosas ya no eran lo mismo, las peleas se volvieron frecuentes, las ganas de irse a trabajar más temprano y volver lo más tarde posible iniciaron.

¿Cómo lo solucionarían?

El hijo mayor, Haruki, con una vida apenas haciendo y la pequeña Akiko entrando a la universidad no era impedimento para sentarse a hablar con respecto a su matrimonio.

¿Por qué terminaban gritando al final?

Trato, en verdad, trato de arreglar las cosas, pero su esposo pareciera evitar el tema para no entrar en conflicto las últimas semanas.

¿Es realmente lo correcto?

Nadie aparte de ellos lo sabía, sus amigos y familia parecían ignorarlo.

¿Cuándo se hizo costumbre dormir en lugares diferentes?

Lo amó, aún lo hacía y podría asegurar que seguirá haciéndolo hasta el final, pero las cosas habían cambiado.

¿Vale la pena seguir intentándolo?

Las cosas siguieron su curso, su matrimonio desgastando más y, sin ya tener ganas siquiera de intentar arreglarlo.

Lo sabía. Sabía lo que tenía que hacer para acabar con todo ese desastre de emociones.

El problema era que no quería.

Cuando su esposo trató de sentarse a hablar con él, no lo permitió.

Se canso de intentar.

Ambos llegaron a un acuerdo. Hablaron con sus hijos explicando la situación de la manera más delicada posible.

Sus amigos se mostraron sorprendidos por la repentina noticia, incluso Asaya.

Ya no había más nada que hacer, ¿verdad?

Firmaron el divorcio, ambos se mudaron. Ahora veían a sus hijos salir, charlar y convivir. Sus amistades parecían darles el mismo trato, aunque sabían que no era así.

Las cosas cambian, las personas también.

Cada uno concentrado en sus hijos, en su trabajo y amigos. Ya casi no se veían de no ser por sus hijos.

No guardaban ningún rencor, pero preferían evitarse.

Con el tiempo las heridas sanaran y podrían volver a hablar sin temor a volver a ser lastimados. Harían sus vidas, pero por separado.

El amor no siempre es suficiente.