La casa embrujada.

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Kensuke sonrió nervioso ante la imponente y aterradora casa de ese lugar, Hasekura a su lado, al notar el estado de su novio lo tomó de la mano brindándole una sonrisa para tranquilizarlo.

—Tranquilo, Kensuke —hablo de manera baja —no dejaré que algo malo te pase.

—¡Awww! —exclamó Yamabe sin querer, sus demás amigos lo miraron con pena.

—Fue un gusto conocerte —habló Shige dándole una palmada en la espalda y alejándose un par de pasos de él —me quedaré con tus videojuegos.

El aura amenazante del chico emanando de manera sorprendentemente aterradora hizo retroceder al pobre muchacho, Asaya se acercó sin dejar de mirarlo con esa sonrisa tan aterradora que ponía cada vez que se enojaba o celaba.

—Espero no presenciar una escena de crimen —habló en voz baja el rubio teñido, siendo secundado por el delegado.

Masahiro miro a su mejor amigo pidiendo ayuda para detener ese próximo asesinato.

—¡Mientras más rápido mejor! —tomó a su novio del brazo con una sonrisa, Yamabe agradeció en voz baja sintiendo su cuerpo casi desfallecer. Aún no habían entrado a la casa embrujada y ya le habían dado un susto de muerte.

Shige tomó la muñeca de Masahiro mirado su reloj de pulsera, suspiro frustrado empezando a desesperarse.

—Ese viejo ya lleva quince minutos de retraso —hablo aún sin soltar a Masahiro.

—Mi hermano ya debe de estar en camino —dijo el único Oshiba presente, entrelazando sus dedos con los de su pareja.

Después de conversar por unos minutos, el auto del mayor se estaciono cerca, bajo luego de quitarse el cinturón.

—Siento el retraso —se disculpó mirando a los adolescentes. Su sonrisa se volvió forzada al ver la cercanía de Shige con su pareja.

—Está bien, Kousuke-san —hablo el de cabello teñido —perdón por hacerte venir aún estando ocupado.

Olvidando su enojo hacia el amigo de su pareja, sonrió a Masahiro acariciando sus cabellos con cariño.

—¡Vamos! —exclamó Shige llevándose a Masahiro con él.

—¿Eh? —miro a Kousuke aún siendo arrastrado al interior de la casa. Los demás los veían confundidos, excepto Hasekura, quien ocultó su sonrisa al ver la cara del hermano de Kensuke.

—Será divertido —hablo en voz baja.

—¿Qué será divertido? —preguntó Ken, Hasekura negó con una sonrisa.

———————


El sonido de sus pasos era lo único que lograban escuchar. Kensuke se aferró más a Hasekura, quien de manera tierna acarició sus cabellos mientras le dedicaba sonrisas tratando de tranquilizarlo. Kousuke se mantenía atento ante cualquier posible amenaza de ese lugar, su mano tomó la de Masahiro provocando un ligero sonrojo en él, sonrió al pensar en lo adorable que lucía. El delegado lucía bastante tranquilo, muy al contrario de Shige y Yamabe, quienes parecían que en cualquier momento saldrían corriendo del lugar.

—¡Aahhh! —todos voltearon ante el grito de Shige —algo me toco el hombro —tras decir eso, terminó abrazado a Masahiro, de igual manera lo hizo Yamabe.

—¡¿Y si mejor nos vamos?! —tartamudeo Yamabe.

—Sí, creo que es lo mejor —trato de tranquilizar Kousuke, los dos aferrados a su pareja asintieron de manera veloz.

—¡Hermano! —grito el Oshiba menor señalando una habitación con la puerta semiabierta.

Los adolescentes y el profesor voltearon de manera veloz.

—¡Ha...habia alguien ahí! ¡Nos estaba mirando!

El ceño de Kousuke se frunció ante esto, con paso decidido entró a la habitación, no sin antes mandarle una mirada seria a Hasekura.

—Quédate con ellos, griten cualquier cosa.

La tenue luz de la luna se colaba por una ventana, dando un toque sombrío a la habitación, sin inmutarse dio una revisión rápida con la mirada, un viejo closet llamó su atención, al acercarse, la puerta detrás de él se cerró de golpe, volteo encontrándose a una sombra totalmente negra, su sonrisa hizo a su piel erizar.

—¿Quién eres tú? —Su imponente voz sólo hizo que la sonrisa se ensanchara. Totalmente en guardia, se acercó, listo para dar inicio a una pelea.

—¡Hermano!

—¡Kousuke-san!

Las voces de Ken y Masahiro lo hicieron detenerse, miró a la sombra sonreír más.

¿Eso era pasible? El pánico comenzó a instalarse en él.

—¡Estoy bien! — gritó —¡Largo!

—¡No! —la voz de Ken sonó firme -¡sí estas bien, sal!.

—¡Mierda, Ken! ¡Largo!

Al no obtener respuesta, un montón de sentimientos negativos salieron a flote. En un parpadeo la sombra desapareció.

—¡Ken, Masahiro! — gritó golpeando la puerta al tratar de abrirla.

———————

—¡No! —la voz de Ken sonó firme —¡sí estas bien, sal!.

Hasekura lo arrastró hacia otra habitación, al igual que los demás, al tratar de protestar la mano de su pareja le tapó por completo la boca, haciendo una señal para guardar silencio.

El sonido de cadenas lo hizo tensar, la mirada cálida de su novio lo relajo un poco.

—Estaremos bien — susurró, siendo escuchado solo por él —no dejare que nada te pase —asintió.

El sonido cesó, los adolescentes miraron la puerta al escuchar el picaporte tratando de abrirse, Hasekura lo tomó de la muñeca encerrándolo en un pequeño closet, al paso de unos segundos Hasekura entró con él.

—Espera los...

—Setagawa está entre una repisa y la pared, Fukushinge está debajo de la cama y los otros dos en el pequeño baño.

Guardaron silencio al escuchar la puerta abrirse, de igual manera el sonido de cadenas siendo arrastradas hizo eco por el lugar.

Masahiro tapó su boca evitando soltar un grito.

—Mmm.

—¡Masahiro, Ken! —la voz de Kousuke los hizo relajarse un poco.

—Tal vez otro día. Los visitaré después.

Al momento de entrar la figura desapareció, Kousuke se apoyó en el marco de la puerta, tratando de recuperar el aire.

—¡Hermano! —gritó Kensuke saliendo de su escondite para abrazar al mayor. Sintió como si volviera a ser un niño, tratando de buscar consuelo del mayor. El Oshiba mayor acarició los cabellos castaños de su hermano.

—Todo está bien.

Los demás salieron segundos después.
Kousuke beso los cabellos de su hermano, mirando a su pareja.

—¿Están bien?

—Sí.

———————

Ya en la residencia Oshiba, las cosas se relajaron un poco, Asaya le daba mimos a Ken. Los otros tres conversaban acerca de lo ocurrido, acordando no volver a entrar, mientras Masahiro preparaba té.

—¿Estás bien? —la voz de Kousuke lo hizo dar un respingo, asintió sin verlo —lo siento.

—¿Por qué? —Extrañado volteo, encontrándose al mayor afligido.

—No pude protegerte, ni a ti, ni a Ken, ni a ninguno.

Masahiro sonrió tratando de tranquilizarlo, tomó su mano sonrojándose en el proceso.

—Apareciste, eso es suficiente.

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