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Su padre coloca una botella de agua frente suyo junto a un par de pastillas bicolor, eso le hace hacer una mueca, pero se hace con ellas para llevárselas a la boca y pasarlas al dar un gran trago. Los medicamentos que le han recetado ahora son mucho más pesados que los de la ultima vez, lo sabe porque lo ha escuchado de su tío Enji.

¿Listo? —pregunta su tío Keigo, acariciándole el cabello con dulzura, justo como hace su madre. Para ser un hombre de mediana edad, es alguien sumamente atractivo y coqueto, de cabello rubio semi largo y amarillenta mirada, una que siempre destaca gracias al delineado que siempre se realiza— Te sentirás mejor; sabes que es por tu bien, cielo.

Ya no quiero enfermarme —murmura, dejando la botella sobre la mesa—. ¿Cuándo se acabará esto?

Hay tres opciones, al menos eso me dijo el médico —informa Enji, entrando al comedor y se coloca en la silla frente suyo—. Tus cambios hormonales se estabilizarán cuando logres encontrar tu compañero destinado, te marquen o, como me gustaría que fuera, cumpliendo veintiún años, ya que es la edad natural en la que se deja de crecer y todo se estabilizará naturalmente.

¿Y es seguro?

Dijo que tal vez lo era —los anchos hombros del hombre pelirrojo se alzan, el color de cabello que posee es oscuro y le luce genial, aunque las pecas normalmente hacen lucir adorable a las personas, no es buena idea mencionarlo frente del musculoso Alfa—. Debes tomarlo con calma.

¿Ustedes pasaron por algo como esto? —pregunta, volviendo a tomar la botella entre manos para poder disimular el temblor de estas— Es desagradable, siento mi cuerpo tan torpe y molesto, como si estuviéramos en constante pelea.

Sí, es normal.

Demasiado —agrega su padre, cruzándose de brazos mientras apoya la cadera en la barra de la cocina, viéndolos de frente—, pero no debes porque preocuparte. Todos nosotros vamos a ayudarte a superar esto hasta que alguna de las tres cosas ocurra.

Gracias —suelta una risilla baja, negando con la cabeza.

¿Quieres comer algo? —pregunta Keigo, acomodándole el flequillo— Puedo prepararte un pequeño bocadillo antes de que lleguen los demás.

No, gracias... ¿Salieron todos?

Bueno, Fuyumi tiene sus clases de violín; Natsuo, modelaje junto con tu madre; Touya, actuación, y Shoto, pues —el hombre de amarillenta mirada voltea en busca de apoyo por parte de su pareja y eso hace que parpadee confundido, ¿qué pasaba con Shoto?

Tío, tengo dieciséis. Ya no soy un niño.

Eijiro —voltea a ver a Enji, quien luce serio, pero en aquellos ojos que conoce desde que era un bebé, puede apreciar la genuina preocupación—, mi hijo, Shoto, será el próximo líder de los Yakuza.

Aquella noticia fue como un balde de agua fría, pues muchas veces vio a su tío y secuaces llegar a casa con tantas heridas que parecían no tener fin y la cantidad de sangre que chorreaba de los cuerpos era tal que a cada paso que daban dejaban un charco tras de sí. Pensar que Shoto llegaría a convertirse en alguien así, lo empujó a tomar muchas decisiones egoístas que hoy en día le persiguen, oprimiéndole el pecho con culpa y vergüenza, sin embargo, culpar aquello solo para no aceptar que en el fondo deseaba que "eso" sucediera, no es nada varonil de su parte.

Suspira, se pasa ambas manos por el cabello y deja caer la cabeza hacia atrás, apoyándola en el respaldo del sillón. Se encuentra estacionado fuera de "Dulces Encuentros", esperando que Shoto llegué ya que quedaron por mensaje el encontrarse ahí, sin embargo, ya ha pasado más de una hora de la hora que concordaron. Hace una mueca, busca a ciegas su celular y observa la pantalla de este, quiere marcarle, aunque ¿eso no sería presionarlo? Su mejor amigo acaba de volver de un viaje bastante largo, seguro está casado y posiblemente se haya quedado dormido.

Un Alfa Para Ti (KiriBaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora