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Se pasa la mano tras la nuca, para después soltar un gran bostezo; lleva encerrado en aquella sala desde que el psicólogo Ojiro lo llevó ahí y siente que ya no puede esperar más, siente las piernas y el trasero igual de entumecidos.

¡¿Qué el señor Kirishima y Todoroki no tienen nada qué hacer? ¡Ya no puede seguir más tiempo encerrado! Y lo peor, solo. Ojiro tuvo que salir a atender una víctima infantil, claro que le pidió disculpas y todo eso, cosa totalmente innecesaria debido a que el psicólogo solo estaba haciendo su trabajo.

Ahora bien, él pudo haber salido corriendo junto con el detective Bakugo, pero eso hubiera llamado muchísimo la atención ¿verdad? Y alguien pudo haber malinterpretado la situación. No es que eso sea importante ni que tenga alguien en mente que no desearía que se diera una idea equivocada de la situación. En fin, no hay nada que pueda hacer hasta que se vayan Kirishima y Todoroki; puede aprovechar ese tiempo para repasar la información que poseen del caso y la que el detective les ha entregado.

No es mucha, pero puede ser que logre dar respuesta a unas preguntas que no han dejado de rondar por su cabeza.

Con ayuda de su celular, lee cada hoja de informe que han archivado y no puede si quiera entender cómo Eijiro Kirishima dio con Toga Himiko; la vida del chico es normal y su rutina diaria está bien detallada. De la casa a la estación de bomberos, después de salir de trabajar (dependiendo la hora) vuelve a casa, va con los Todoroki o a una cafetería, no hay más... hasta ahora.

Gracias a Bakugo saben de las nuevas amistades del chico y sus salidas a lugares nuevos, sin embargo, eso no significa nada. Eijiro sigue estando en compañía, no hay un momento donde se encuentre solo, pero ¿desde cuándo?

El sonido de una puerta a sus espaldas lo hace ponerse de pie, bloquea la pantalla de su celular y centra su atención a los hombres que salen de la oficina de su capitán, quien luce sumamente serio y cabizbajo. Lo ve conducirse a la sala de interrogación, golpea el cristal y a los pocos minutos Mineta e Iida dejan salir a Inasa, quien al ver a ambos adultos aparta la mirada y los pasa de largo, la expresión en su rostro delatando molestia.

¿Tenía algo en contra de Kirishima y Todoroki?

Los alfas siguen con la mirada al joven boxeador, no hay expresión en los rostros de ellos ni siquiera sus cuerpos delatan algo. Vuelven su atención al capitán y después de un intercambio de palabras, ve al líder de los Yakuza y el de los bomberos salir, luciendo tranquilos e inalcanzables, salir del lugar sin volver la mirada. ¿Por qué estarían tan tranquilos cuando llegaron echando humo por las orejas? ¿Qué les había dicho el capitán para calmarlos?

¿Qué habrán dicho ellos para calmar las aguas y que soltarán al joven Inasa?

Sale de la sala de descanso, conduciéndose hacia su capitán y compañeros, los cuales lucen igual de confundidos que él.

— ¿Qué ha pasado? —pregunta en cuanto el capitán se suelta el cabello, luce agotado y sumamente molesto— ¿Lo amenazaron?

— Por supuesto que no —responde con un gruñido de fondo, colocando los brazos en jarra y bajando la cabeza—; Endeavor no es idiota, solamente es un cabrón y ese otro cabrón —vuelve a gruñir, enderezando la espalda y echando la cabeza hacia atrás, el rostro apuntando hacia el techo—. Todo lo cambia ahora.

— ¿Capitán?

— Oiga, me está asustando y he estado bajo mucho estrés estás ultimas horas —señala Mineta, apoyándose en el brazo de Iida, quien no reacciona en lo absoluto—; tuve a un boxeador profesional frente de mí, pensé que me iba a reventar el rostro.

— Por la forma en que lo halagaste, dudo que te hubiera golpead.

— Vamos, Iida, no fueron tantos.

Un Alfa Para Ti (KiriBaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora