ELLA...¿MI VIDA?

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La vida es como la danza tiene un compás pausado, fluye con velocidad se detiene en un solo paso y en ocasiones termina de la manera menos esperada, pero siempre es vivaz, enérgica, es la propia vida a pasos de ritmo.

Nací donde no debí, quisiera por un día sentarme en el suelo como las demás chiquillas, correr sintiendo la brisa en mi rostro, trepar por el tejado como un gato, gritar hasta que mis pulmones se rompieran pero al contrario necesito ser dulce como miel, suave como algodón, y delicada como el cristal.

Mis ropajes deben mantenerse intactos, sin ninguna mancha, sin ninguna suciedad, mi pelo debe estar desenmarañado, ricamente ataviado con miles de pequeños broches de oro, plata, jade y piedras preciosas.

Pero nada de ello me complace, aunque parezco un pajarillo asustado, dentro de mí habita un dragón que quiere huir de su encierro.

-Señorita- dice mi tutora y me doy cuenta que he perdido la tonada de mi melodía, tomo nuevamente el instrumento y trato de concentrarme, esta es una de mis últimas clases, antes de poder descansar.

-Alteza- saluda la señora Wu Chun, y con un garbo que yo no tengo se pone de pie inclinándose, mientras con la mirada me pide que haga lo mismo, con menos elegancia que la de ella dejo a un lado el instrumento y me incorporo para reverenciar a mi gran señor.

-Buen día, señorita- me saluda cortes.

-A que debo su visita mi señoría- pregunto ganándome una mala mirada por parte de mi tutora.

-Necesito de alguna razón para visitar a mi sangre- dice, y me muerdo la lengua para no responder que si no se ha tomado esa molestia en más de ocho años, es extraño que lo haga ahora.

Zhang Jie, era mi hermano mayor, aunque claro hace tiempo que había dejado de serlo como tal, pues pasaba más tiempo atendiendo su lugar en la corte como el gran señor, que como parte de la familia.

Cuando los ministros llegaron a casa por mi padre para ser emperador dada la muerte de su primo, nunca imagino que tendría el mismo destino que él, al ser asesinado seis años después, junto a mi madre, y mi querido hermano mayor a quien yo adoraba comenzó su propio reinado, dejándome al cuidado de tutores y nodrizas.

-Qué sabes de Joseon- pregunto de pronto después de media hora de estar observando las condiciones de mi palacio.

-Eh... yo- digo volteando hacia mi tutora, quien con la mirada, me pide me apresure a responder.

-Es nuestra súbdita y enemiga principal, dependemos de ella por el giseng, y el azufre- contesto segura.

-La palabra súbdita es algo fuerte, prefiero llamarle nación hermana- dijo deteniéndose mientras observa un pequeño frasco en el cual se encuentra una flor exótica que me fue regalada por la corte mongol cuando trato de pedirme en matrimonio hace un año.

-Si por supuesto- respondo, al emperador no se le debe contradecir.

-Necesito unir mi linaje con ellos- dice de pronto y comprendo o creo comprender lo que eso significa.

-Te casaras con alguien de Joseon- le pregunto, ganándome otra mala cara de mi nodriza le he hablado como a un igual.

-No, eso sería rebajarme, mi reina debe ser de China- al parecer no me escucho o fingió no hacerlo.

-Entonces- digo.

-Tengo planeada una alianza por matrimonio pero no seré yo, quien lo haga-

-Mi señor, se refiere a... - interrumpió mi tutora.

-Si... prepárala, el momento ha llegado, la princesa Sheng Min, se casara en el invierno con el futuro soberano de Joseon- dijo dirigiéndose solo a Wu Chun sin siquiera mirarme y se marchó.

¿La princesa Sheng Min?... es decir ¿Yo?... ¿Por qué yo?... ¿Llego el día? Si, ya lo sabía, todo mundo no me daba una lección de decoro sin mencionar que sería la futura reina de Joseon, pero ¿Por qué yo? Solo tengo quince años, y no conozco en nada a quien será mi futuro marido, eso no es posible, busco la mirada de mi tutora, después de procesar la información para confirmar lo que acabo de escuchar y solo observo que da vuelta y ordena traer el ajuar, que aún le dio tiempo a mi madre preparar para cuando llegara el momento de mi casamiento.

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SIEMPRE LA OTRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora