ELLA ...MI VIDA

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La vida  es como  la  música  tiene  un compás  pausado,  fluye  con  velocidad  se  detiene  en  un estribillo  y  en  ocasiones  termina  de la  manera  menos  esperada

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La vida es como la música tiene un compás pausado, fluye con velocidad se detiene en un estribillo y en ocasiones termina de la manera menos esperada.

Nací en cuna de oro, así que no había futuro que no conociera, cuando el momento llegara mi padre se dedicaría sus días de abuelo junto a mi madre y a mí me tocaría reinar en su lugar.

Cada lección, cada palabra me era dirigida con el propósito de contribuir a mi educación para formar un gran monarca. De vez en cuando llegaba escuchar a los ministros una pequeña pregunta retórica ¿Quién gobernaría a mi lado? Y aunque al principio me sorprendió, la respuesta era tan clara como el color de sus ojos, a la única que quería a mi lado, viviendo del mismo modo que mi madre y mi padre, era a Seohyun, mi pequeña amiga.

Nos conocimos prácticamente desde la cuna, mi padre y el ministro No Min Woo, eran buenos amigos, al igual que mi madre y la señora Sehun, con quien compartíamos la terraza y la compañía habitualmente.

Así que la primera persona de quien tuve conciencia fue ella, siempre correcta, sentada sobre los tapices, con mi mirada tratando de desconcentrarla aunque nunca lo lograba.

Cuando logre arrastrarla a mi mundo de juegos se dejó llevar y compartimos aventuras divertidas. Al contrario de las demás pequeñas doncellas que visitaban la corte, solo ella tenía acceso al pabellón de la reina, se le podía ver caminar de la mano de mi padre, sentarse a mi lado junto al trono mientras el rey trataba asuntos importantes con los ministros.

Algunos osados habían comenzado a llamarla la pequeña reina, pues no había duda ella estaría a mi lado cuando la corona callera en mis hombros.

Pero no solo tenía este pensamiento por el hecho que le llamaran así, si no porque con el paso del tiempo, mi corazón comenzó a golpetear como loco, cuando ella estaba presente.

Fue como el más bello botón que se convirtió en flor, ganándose un sitio especial, más del que ya tenía en mi mundo perfecto.

Con esa idea rodeando mi cabeza, observe con detenimiento como las flores de titis caían con el otoño formando una alfombra bajo mis pies, solo unos meses más y se cumpliría mi gran sueño, mi madre me había adelantado la noticia y sentía una gran felicidad irradiar mi ser.

-Que piensa joven señor- me llamo y una sonrisa surco mis labios, me gire sobre mis talones y la encontré de pie vistiendo un Hanbok de colores llamativos, elegante, hermosa y sencilla como una piedra amatista que no necesita del brillo del oro pues brilla por sí misma.

-Puedo pasar- por cortesía siempre hacia la pregunta, a pesar de que en el fondo sabía que ese jardín era para ella, y para mí.

-Adelante- conteste mientras con la mirada hacia una indicación a Yesung para que sacara a los metiches de ahí, deseaba que nos quedáramos a solas.

Estire mi brazo y ella lo tomo, la atraje a mí, robándole un delicado beso de su mejilla, por lo cual, correcta como era, me riño suavemente.

-Mi joven señor eso ha sido muy osado-

-Lo siento señorita, pero he deseado verle desde ayer y me privo de su presencia-

-Me disculpo por ello, mi madre se empeñó en que tomara algunas lecciones-

-Qué tipo de lecciones- pregunte, a pesar de que creía saber de cuales se trataba, pues fui yo quien le insinuó a mi madre que necesitaba que mi futura esposa, comenzara a prepararse para el momento de elección.

-Solo lecciones- dijo y me miro nuevamente, me gustaba, a solas dejaba de ser el príncipe heredero, para ella era Kyuhyun, un simple chico con quien podía conversar y disfrutar de la tarde.

Mi paseo con ella se alargó, le regale un pendiente y cuando ella menciono que le encantaría ver en el jardín flores exóticas, pedí a Yesung que tomara nota, para cumplir ese capricho a su futura reina.

La observaba encantado, era tan perfecta que estaba seguro no existía en el mundo alguien capaz de igualarla y no lo habría pues me encargaría que fuera recordada para toda la eternidad por nobles y plebeyos.

-Que tal su día joven príncipe- me saludo mi madre en cuando caminaba a mis aposentos después de despedir en persona a mi hermosa mariposa.

-Bien, señora, muy feliz - le conteste, claro que lo estaba Seohyun había estado conmigo y a su lado todo era felicidad.

-Hoy no era día de damas en palacio, pero pensé que podía hacer una excepción, tratándose de quien se trataba - dijo haciendo alusión a la causante de mi sonrisa.

-Y agradezco la atención en persona- le respondí cortes, aunque si todavía fuera un crio la hubiera cubierto de besos por dicho regalo.

-Joven príncipe, su padre no debe enterarse de esto- sugirió sutilmente.

-Por supuesto señora, no lo hará- respondí, el rey era muy meticuloso con el protocolo y no le gustaría saber que su esposa e hijo habían desobedeció uno de sus principios sobre las visitas a palacio.

Mi madre sonreía, aunque de golpe borro el sentimiento de su rostro y advertí porque lo hacía acababa de arribar al pasillo, alguien mas.

Mi rostro de desprecio fue hacia él al verle avanzar, se postro ante nuestra presencia y se quedó con la cabeza gacha a que diéramos paso.

-Le invito a conversar a mi pabellón joven príncipe- dijo mi madre y ambos avanzamos al lado contrario de la dirección que llevábamos.

Por el rabillo del ojo le mire un poco, estaba como le recordaba, quizás con un poco de más altura pero era el mismo, un mechón de pelo cubría la mitad de su feo rostro. Lo odiaba tanto, por ser él quien tantos pesares causaba a mi madre. Cuando era niño pensé que era mi hermano, y jugaba con él a escondidas, pero después supe que no era así, que el solo era el hijo de una gisaeng, que mi padre en su misericordia adopto, y trajo a vivir a palacio, quedando al cuidado de Kangin uno de los ex eunucos principales de mi abuelo y que se había convertido en el único que tenía acceso a su persona y le protegía de todo.

-Mi joven príncipe- dijo mi madre tomando mis manos- prométame que cuando llegue al trono, le ahorrara un pesar a su madre y echara a la calle a ese niño, no soporto verle todo el tiempo, husmeando en donde no debe.

-Lo hare mi señora se lo prometo – conteste al ruego de mi madre, aunque no lo hare tanto por ella, sino por Seohyun, que es la principal razón de mi desdén por él, pues se atrevió a posar sus ojos sobre ella pretender que le mirara, sabiendo que yo la he escogido como mi gran señora.

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