MORIR

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POV Sheng Min

El día que morí los cerezos estaban en flor, había amainado la lluvia y el sol se ocultaba dando paso a la luna, sentada en la puerta de aquel solitario palacio miraba a lo lejos los fuegos artificiales, recordando a mi gente... a la verdadera y no a aquellos para quienes era una prisionera.

Habían amenazado con mi muerte si China no cedía a las condiciones de Joseon y aunque en algún momento aquello lo hubiera tomado con valentía y sin miedo a ofertar mi vida, ahora estaba también en juego la de mi hijo, en la cual su padre no pensaba ni le importaba.

Fue la gracia divina o el aun respeto que sentían por mi familia que hizo que algunos consejeros de Quin presionaran a Chiu Ze a ayudarme a buscar mantener una paz ficticia con Joseon para evitar que muriera en sus manos aunque me preguntaba si al enterarse que llevaba en mi vientre un hijo del rey Kyuhyun aun seguirían pidiendo por mi vida.

Joseon no me necesitaban, su querida nueva reina, acababa de anunciar su estado y se organizó una fiesta para su agasajo, aquel seria el hijo adorado, el hijo bendecido, el que seguramente llegaría al trono, pues el mío parecía no importarle a nadie más que a mí.

Hace tiempo que el palacio había dejado de mandarme carbón y velas, así que la casa era lúgubre y fría, sintiendo hasta dolor en los huesos por el clima, llego la primera contracción luego vino la segunda y luego otra y supe que había llegado el momento.

Wu Chun, corrió a la puerta y la toco y grito desesperada que necesitábamos un médico o una partera, pero nadie vino a nuestro auxilio. Me tire en el piso y ahí con su ayuda, lo vi nacer, era hermoso, tenía el pelo negro, unos labios pequeños y tan solo en un segundo dejo de vivir.

Lo sostuve en mi pecho, era carne de mi carne, sangre de mi sangre, lo abrase con fuerza, como si en ese abrazo le pudiera devolver la vida.

Quería que llorara, quería que me dijera que estaba vivo, pero no fue así, mi pequeño había nacido para morir.

Cuando la ayuda llego, tan solo me encontró muerta de dolor, junto a la tumba improvisada de mi hijo en el jardín, la madre de Seohyun se limitó a decir que era lo mejor y el, él trato de tocarlo, grite, no merecía tenerlo, no merecía ver que era como él, que tenía sus mismos rasgos, arrope a mi criatura contra mi pecho envuelta en un pequeño trozo de tela, pero me la arrebataron, los ministros de Joseon dijeron que debían darle una mejor sepultura, cuando lo que él hubiera necesitado fue un médico en el momento que nació.

Me lo quitaron y pasándoselo a un soldado que lo miro con asco y aberración, me sostuvieron para llevarme adentro a que una partera me atendiera.

Ya no la quería, ya no la necesitaba ... mi hijo estaba muerto, la única razón que aun tenia para vivir en ese mugre palacio se había ido.

Mis horas de muerte pasaron rápido y desee vengarme acabar con ellos y para ello debía vivir... con cautela me ayude de Wu Chun para vestirme, consiguió un juego de cuchillos de la cocina y sin lastima, ni piedad mate a todo aquel guardia que aun estando afuera no quiso ayudarme, ni a mí ni a mi bebé.

Hui, en el silencio de la noche atravesé la muralla del palacio, cruce el pueblo y seguí mi andar hasta el campo, el ruido de guardias siguiéndonos nos alertó, un dolor, en mi abdomen me hizo detenerme, apenas habían pasado algunas horas de mi alumbramiento y mi cuerpo estaba débil, necesitaba descansar y no correr por los caminos.

SIEMPRE LA OTRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora