UNA REINA EN EL TRONO

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POV Sheng Min

... -Vives en la mentira Chiu Ze, eres un traidor, así que para matarte tuve que usar tus mismas armas, tus mismas estrategias, ser como tú - le dije mientras abría los ojos inmensamente –Tu ....- dijo pero antes que me nombrara con su maldita boca, saque la segunda arma que había guardado por seis años y con fuerza corte de tajo la cabeza, tanto tiempo afilándola valió la pena, aunque en parte me hubiese gustado verlo sufrir más por todo el sufrimiento que me causo, pero me sentí satisfecha al ver su cuerpo sin vida.

Jure matarlo y acababa de cumplir mi primera promesa. Mi travesía fue lenta pero para cuando llegamos a la nación del sol naciente, todo un plan ya había sido minuciosamente calculado en mi cabeza, por tres años, Jumong trato de convencerme de dejar que todo siguiera igual, me pidió casarnos, vivir como la familia que éramos, pues desde que mi hijo pudo hablar le llamo papá y él se convirtió en mi esposo ante la mirada de todos. Fui su mujer y su amante, pero no pude olvidar a aquellos que murieron ante mis ojos.

-Debo volver por mis promesas- le dije en una ocasión.

-Olvida tus promesas, piensa que ahora tienes un hijo, tenemos un hijo- me respondió y tras mirar a mi pequeño decidí dejar en el pasado mi pasado y seguir con mi presente, pero ganaron los fantasmas, tras cuatro años abandone a mi pequeño con unos amigos y viaje con Jungmon, quien no quiso dejarme sola, a terminar mi venganza.

El primer paso fue hacer entender a los mongoles que lucharan por mí. Nuestro linaje se remontaba a las antiguas tribus mongoles, así que honrando pactos antiguos conseguí su ayuda y así encubierta bajo un gorro de lana y un velo, logre tener contacto con Zhou Mi y utilizarlo en mi propio plan del cual solamente Jungmon tenía conocimiento.

El a su vez se encargó de Joseon y de lograr una alianza con ellos, cuando los dos estuvieron juntos fue el momento para tentar a Chiu Ze a quien le prometí una trampa y mi ayuda incondicional contra sus enemigos a cambio de territorio de Joseon, no se negó no tenía nada que perder y solamente queríamos un pedazo de tierra que daba al mar.

Tuve que ser cuidadosa con cada detalle, pero cuando ambos guerrero entraron al palacio, cuando Zhou Mi dijo nuestra clave y nadie se movió, tuve a Chiu Ze en mis manos pues confiado su guardia bajo las armas que sostenían contra nosotras y me dio tiempo para desamarrar las navajas de mis guantes de piel y clavar uno de ellos en su pecho.

Él dijo que nadie lo mataría, pero yo ya era una nadie y lo hice sin ningún remordimiento. Cerré los ojos y solté el arma, que rodo junto al cuerpo, les di la espalda a ambos guerreros y me quede de frente al trono, a aquella silla de oro que ocupo mi padre y mi hermano en su momento.

-Señora, la venganza está hecha- dio Zhou Mi a mi espalda y asentí con la cabeza. Jungmon subió rápidamente por las escaleras y susurro en mi oído que se había terminado las tropas se rindieron y los principales generales habían sido arrestados.

- Qué es lo que ha hecho, es un sacrilegio matar al señor de los diez mil años- chillo uno de los ministros que aún quedaba con vida.

-¿Sacrilegio?, eso fue lo que cometió este malnacido al asesinar a dos emperadores y un rey, así como a grandes hombres y mujeres que merecían más la vida que el -rugió Zhou Mi.

SIEMPRE LA OTRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora