1

1.3K 70 2
                                    

- ¡No se la lleven por favor! ¡Es mi única hija! - fue lo último que escuché decir a lo que se hacía llamar mi padre antes que metieran a la fuerza en el carruaje.

Nunca pensé que mis actos me llevarían a esta situación, pero aquí estoy siendo castigada, simplemente por haber rechazado al príncipe, fui estúpida por pensar que el rey se tomaría bien un rechazo a su hijo.

-Bájese- escuché decir a 1 de los guardias.

El castillo era precioso ,pero teniendo en cuenta que era mi prisión le quitaba todo el encanto.

-Camina- escuché decir otra vez el mismo Guardia.

La pequeña mueca que tenía en la cara al la cual yo llamaba sonrisa se esfumó en cuanto lo vi, ese hombre era el culpable de estar en este lugar, me habían castigado a permanecer aquí, así nunca podría conocer a alguien de quien enamorarme. I por ridículo que suene yo creía que algún día encontraría a una persona parecida a mí ,que me entendiera y que podría escapar de aquel pueblo, fui estúpida por creerlo, sin duda no esperaba que el motivo de mi marcha fuera esta.

-Diago te llevará a tu habitación- dijo en un tono frío que me erizo la piel , ese hombre si se lo proponía podía parecer un cubito de hielo, yo solo asentí con la cabeza, no me apetecía hablar con él.

Ni que te hablara por gusto

cállate

-Acompáñeme- Diago palmeó mi espalda al haberme quedado embobada pensando.

Lo seguí hasta que paramos en unas puertas, en cuanto abrió la habitación me sorprendí ,eso sin duda no era una prisión.

-Su armario está ahí a la izquierda, y tiene un baño al fondo a la derecha, cualquier cosa que no le guste me lo puede comentar y la intentaremos arreglar- ¿algo que no me gustara? Tenía que estar de broma, lo mire, pero no, no estaba de broma.

-No, no todo está bien - le respondí- ¿Cuánto tiempo llevas trabajando aquí? - no pude evitar preguntarle, una de mis características era ser demasiado curiosa.

-Trabajar en este Palacio solamente unos años desde que el príncipe cumplió 20- Comentó sonriendo y agachando la cabeza- pero para esta familia mucho antes de que el rey tuviese 24- noté cómo se tensó al hablar de la familia real, pero preferí no comentar.

-¿Y qué haces aquí para entreteneros? - pregunte, estar aquí seguro iba a ser muy aburrido por muy bonito que fuese todo, algo tendría que hacer aquí para no morirme de aburrimiento.

-Bueno está la biblioteca, pero casi nadie va a ahí ,solo el príncipe Hunter- dijo sonriéndole con amabilidad.

-¿Biblioteca?- creo que la emoción en mi cara era obvia, porque enseguida me dijo que lo acompañara, Una vez caminamos por unos largos pasillos nos paramos enfrente de una puerta bastante grande, en cuanto la abrió supe que el paraíso sí existía, ¡esa biblioteca era gigante!, sin duda alguna el paraíso,asique en cuanto pude corrí hacia la primera estantería que vi.

-Veo que le gusta leer, señorita- comentó con una sonrisa sincera.

- creo que es una de las cosas más bonitas que hay en esta vida, el poder de vivir miles de historias en una misma vida, y por favor llámenme Mara- le contesté mientras seguía mirando todas las estanterías.

-Ah, no creo que sea apropiado, y dudo que al príncipe le guste que la llame por su nombre- ¿Y qué importa que a él le guste o no?

-Señorita, me hace sentir muy incómoda, por eso preferiría que me llamarán por mi nombre- Respondí mirándole con una sonrisa.

-Bueno, si se siente más cómoda, la empezaré a llamar por su nombre, ahora si me disculpan no debería dejar tanto tiempo al príncipe solo, sí necesita algo más, ya sabe a quién acudir- se despidió y se dio media vuelta, iba a decirle que no sabía cómo volver a mi habitación, pero en cuanto me había dado cuenta ya se había ido, ¿y ahora cómo se suponía que iba a volver?

                             ...

Creo que estuve rondando por todo el Castillo unos ¿25 minutos?, no lo sé, yo había perdido hasta el sentido del tiempo, Iba tan distraída que de repente choqué contra algo duro, y os aseguro que había deseado que ese algo,sea una pared, pero hasta mi conciencia sabía que no lo era.

- ¿Qué haces aquí? - Habló otra vez en ese tono frío.

-y-o yo...- ¿por qué estaba tartamudeando?

Porque está bueno y da miedo.

Puede ser.

-¿Tú, tú, qué? - me miró.

-Venía de la biblioteca- respondí esta vez segura ¿Quién se creía él para burlarse de mí?

- ¿Y a mí qué me importa? - me respondió.

- ¡Tú me has preguntado! - dije, aparte de ser un cubo de hielo, también tenía pérdidas de memoria.

-Te he preguntado por qué estabas aquí, no que de donde venías- no puede responderle porque en cuanto me di cuenta me había rodeado y me había dejado ahí, hablando sola, o no, si se creía que me podía dejar con la palabra en la boca estaba muy equivocado.

-Diago me ha dejado en la biblioteca y no sé cómo volver a mi habitación- le respondí una vez conseguí llegar a su lado.

-¿y a mí qué me cuentas?, ¿tengo cara de mapa? - de mapa quizá no, Pero de viejo verde seguro.

Las dos sabemos que eso es mentira.

Al ver que no iba a mostrarme la dirección hacia mi Habitación, comencé a seguirlo.

-¿Por qué me sigues? - preguntó al cabo de un rato

- si no quieres mostrarme mi habitación, te seguiré hasta que no te quede otro remedio- él se quedó mirándome, creo que supo que iba en serio porque dio media vuelta, y escuche cómo bufó como un niño pequeño, una vez que lleguemos a las puertas de las que reconocí como mi habitación se dio otra vez la vuelta a mirarme.

-Ahora no molestes más y piérdete- me dijo para después volver a retomar el camino.

-Solo si tú te mueres antes- susurré lo más bajo posible, pero en vista de que escuche una... ¿Pequeña risa?, deduje que me había escuchado, así que intenté entrar lo más rápido a mi habitación, aunque no parecía que fuese a venir a reclamarme, me tumbé en la cama e intenté conciliar el sueño, con suerte mañana me levantaría y todo habría sido una pesadilla.

UNA ULTIMA NOCHE (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora