Estoy metiéndome en la boca del lobo. Una vez más. Miro el contador de pisos a medida en que el ascensor sube.Tercero... Cuarto... Quinto.
»Llegando a Quinto piso... « dice una voz robótica de mujer, y entonces las puertas se abren. Él está de pie frente a mí, mirándome con una oscura, pesada y profunda mirada azul.
—Olivia. –pronuncia mi nombre en señal de saludo.
—Raiden.
Caminamos al compás por el pasillo del piso hasta que llegamos a la puerta con el número 76. Trago saliva.
Llamas…
—Adelante. –dice al abrir la puerta.
¿Por qué siempre me mira de esa manera? Esta noche será larga si lo hará todo el rato.
Le sonrío y entro. Lo primero que hago es mirar por la ventana. Es tan extraño mirar hacia mi departamento, porque la vista es de punta a punta, hasta el pasillo.
La idea de que Raiden pueda mirar cada cosa que hago es vergonzosa.
El resto del lugar es divino, tal y como se ve desde mi ventana.
Me giro hacia él. —¿Dónde puedo armar el set?
—Donde tú quieras.
—Necesito un lugar donde haya luz natural, quedará bien la combinación con la luz del trípode.
—Puede ser en aquella pared. La luz que entra por la ventana le sienta bien a estas horas.
Preparo todo mi equipo en donde me lo ha indicado, me giro hacia él para hacerle saber que todo está listo.
—¿Qué quieres que haga? –pregunta al pararse sobre la cruz que he hecho sobre el suelo con cinta adhesiva roja.
Lo miro de pies a cabeza, y me doy cuenta de que lleva pantalones y camisa de vestir. Los primeros botones de la camisa no van abrochados, y luce increíble.
¿Es un hombre de negocios?
—Empecemos con algunas simples. –le digo, cuando monto todo mi equipo frente a él. —Como estás ahora.
Aunque de simple no tiene nada. Raiden es perfecto, cada centímetro de él. La seriedad reina en su rostro cuando suelto el disparo de la foto.
Nuestras miradas se cruzan a cada segundo, y cuando pasa, más alterado siento el pulso. Necesito alivianar mis nervios o no podré soportar más tiempo. Él sonríe y me mira a mí, solo a mí, a pesar de que ya he disparado el primer flash de la cámara. Pero por suerte, luego mira hacia la cámara.
—¿Puedes desabrochar toda la camisa?
Le advertí que necesitaba fotos más explícitas cuando lo llamé hace tan solo media hora.
Levanto la mirada de la cámara cuando en la pequeña pantalla lo veo desabotonar los siguientes botones. Me quedo sin aliento, sin exagerar.
—¿Así?
—Si.
Vuelvo a disparar fotos y no me atrevo a levantar la mirada otra vez, porque sé que está mirándome.
—Te ves tensa.
Carajo.
Relajo mis hombros y suelto una profunda exhalación. Entonces levanto la mirada y le ofrezco una sonrisa.
—Este proyecto es muy importante. Gracias por aceptar hacer esto. –le digo, intentando disimular. —¿Cuántos años tienes, Raiden?
—Treinta y dos. ¿Y tú?
—Veinticuatro. –me aclaro la garganta. —¿Vives hace mucho aquí?
No niego como se acelera mi corazón cuando sonríe burlón.
—Eso ya me lo has preguntado una vez.
Carajo.
—Es cierto. Lo había olvidado.
Quiero morder mi labio cuando lo miro, pero por primera vez, logro contenerme.
Luego de un rato de disparos con el flash, termino con la última foto. Supongo que entre todas, podré seleccionar algunas para enviarlas en conjunto y liberarme de este primer semestre.Tomando una larga dosis de aire, vuelvo a mirarlo.
—Supongo que con todo esto me alcanzará.
Apago el flash y la luz neutra del candelabro atenúa sobre el cuerpo de Raiden. Su mirada sigue siendo sombría sobre mí, lo que cada vez me pone más y más nerviosa.
Intento comenzar a guardar mi equipo, mis dedos inútiles se traban al tratar de desmontar la cámara del trípode.
—¿Por qué estás tan nerviosa, Olivia? –oigo detrás de mí.
Justo detrás de mí. Puedo sentir su respiración moviendo mi cabello. Vuelvo a tragar saliva y me quedo un segundo en silencio hasta que puedo reunir el valor par darme la vuelta.
—¿Tienes la calefacción encendida? –pregunto de regreso.
Hace calor aquí. Y quiero no pensar en qué él lo genera. Una sonrisa se curva en sus labios y sacude la cabeza.
—No. ¿Quieres un poco de agua o algo más fuerte?
Algo más fuerte, ¿sé refiere a una copa del mejor whisky del universo o de alguna otra cosa?
—Gracias, pero tengo prisa.
Hace un corto mohín con sus labios mientras asiente con la cabeza. Solo se atreve a cortar un poco más los centímetros de distancia entre nosotros.
—¿Tienes prisa?
—Si…
—Claro. Apuesto a que debes volver a tu departamento para tumbarte en tu sofá y mirarme. ¿No es así?
Solo en ese momento, sé que lo sabe. Sabe todo. Absolutamente… todo.
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Desconocido
RomanceOlivia se muda a su primer departamento en Manhattan. Todo marcha perfectamente bien, hasta ese segundo en el que mira hacia por la ventana. Frente a su edificio puede tener la vista exclusiva de todo lo que realiza su increíblemente apuesto vecino...