C a p í t u l o : 1 5

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Me quedo helada y de inmediato lo miro. Siento como mi corazón ahora se acelera un tercio de lo que ya lo estaba antes.

—¿Qué dices? –pregunto de forma sorprendida.

Finjo ignorancia, y es lo único a lo que puedo aferrarme si quiero zafar de esto. Pero Raiden resopla de forma irónica, y sé que es obvio que no puedo tomarle el pelo.

—Por favor, Olivia. Dejemos de jugar, sé que me miras. Te he visto en las noches sentada en aquel sofá, abierta de piernas esperando el momento en que yo llegue y me folle a una mujer. Sé que miras lo que hago. Y eso me pone, terriblemente.

Sofoco mi propia respiración y siento mis manos temblar, ignorando completamente sus acusaciones tan verdaderas.

Retrocedo mientras él sigue acercándose, sin dejar de mirarme a los ojos.

—Me estás volviendo loco, Olivia. No paro de pensar en ti, de imaginarte. Y el hecho de que finjas ignorar todo esto solo hace que te desee todavía más.

Comienzo a tartamudear, necesito escapar, tan lejos como sea eso posible.

—Raiden... Me tengo que ir. No puedo hacer esto.

La cabeza me da vueltas. Ni siquiera tomo mis cosas cuando comienzo a caminar hacia la puerta. Pero noto como Raiden camina a tan solo un paso detrás de mí.

—¿Qué harás? ¿Marcharte y jugar nuevamente a la que no puede entregarse a lo que quiere? No puedes alejarte de mí, Olivia, ya lo has intentado y aquí estás.

Coloca su mano sobre la mía cuando alcanzo a tomar el pomo de la puerta. Su pecho se presiona contra mi espalda y yo jadeo al sentirlo tan cerca.

Su aliento cálido en mi oreja solo me hace temblar más y más. Necesito salir de aquí... o ya no podré controlarme.

—No te vayas... –me pide, y todo empeora.

Poco a poco, giro mi rostro hacia él. Raiden se inclina un poco hasta rozar mis labios y hacer mi corazón acelerarse.

—Por favor, solo quédate. –suplica cerca de mi boca.

—¿Qué me harás, si decido quedarme? –susurro de la misma manera que él.

—Qué no te haré, si decides quedarte.

No puedo seguir haciendo esto. Gano el juego y aplasto mi boca contra la suya. Sus brazos me rodean con fuerza en el mismo instante, haciéndome gemir contra su maravillosa boca cuando su lengua gira sobre la mía.

—Tienes razón. –jadeo cuando me aparto un segundo. —Te he mirado. Te he mirado cada vez, deseando ser yo. Me gustó mirarte, Raiden, no he podido dejar de pensar en ti.

Raiden gruñe y vuelve a atrapar mi boca, mordiendo mi labio y haciendo que mi cuerpo tiemble.

Sus manos ahuecan mi trasero y luego levanta mis piernas hasta hacerlas cerrar en su cintura. Caigo sobre el sofá y él aparta el cabello de mi cuello para atacarlo. Sus dientes muerden mi piel y gimo.

Me obliga a mirar por la ventana mientras continua besando mi piel, logrando que todo presione en mi entrepierna.

—Mira ese espacio vacío en ese sofá. –dice, cuando miro directo a mi vacío departamento. —Estás aquí ahora. Porque esta noche, tú eres jodidamente mía.

—Yo... Quiero que me folles igual que a ellas, Raiden.

Trago saliva cuando niega con la cabeza. ¿No...?

—A ti te voy a follar mejor.

Comienza a desprender los botones de mi camisa y me la quita. Mis pantalones se unen a ella en el suelo. La boca de Raiden cae sobre la mía otra vez.

Desconocido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora