Capítulo 1

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No sé porque lo hice, puede que algo se moviese dentro de mí cuando lo ví rebuscando en la basura por algo de comida, o cuando ví lo delgado que estaba y su piel pálida llena de heridas, puede que fuera por el hecho de que él me tuviera más miedo a mi que yo a él. Hubo algo que me pareció humano, demasiado humano para ser un experimento de los de mi padre.

El cubo de basura que estaba sacando del café cayó al suelo siendo el único ruido del callejón oscuro, haciendo que el chico dejara de husmear en el contenedor asomando su mata de pelo negro y un par de manos palidas y huesudas, me llevé las manos a la boca para no gritar cuando otras cuatro manos esqueléticas color negro lo ayudaron a salir del contenedor seguida de una cola más parecida a una elongación de la columna vertebral que a una cola. Hizo un ruido seco al aterrizar a cuatro patas, bueno, ocho patas en el suelo con un trozo de bollo en una de sus seis manos, por un momento se quedó quieto, supongo que buscando de donde había venido el ruido, luego su cabeza paró en mi uniforme y trepó hasta mi cara, tras mirarnos con miedo salió corriendo callejón arriba.

Corrí tras él, sabía lo que era, sabía de donde se había escapado y sabía que si seguía haciendo lo que hacía los científicos de mi padre lo volverían a atrapar. Por desgracia para él, y alivio para mí, el callejón no tenía salida, ahora estaba hecho bola cubriéndose la cabeza con sus seis manos mientras temblaba.

Había algo de él que me sonaba, dudo que fueran sus cuatro brazos esqueléticos color negro conectados a base de cartílagos y pequeños músculos que le permitían moverlos, tampoco creo que fuera el pincho, con pinta de venenoso, en el que terminaba su cola huesuda también negra, creo que fue su pelo negro, algo largo y sucio, o tal vez la nariz puntiaguda que sobresalía de su flequillo la que hizo recordar al niño asustado que conocí en el laboratorio de mi padre el día de mi cumpleaños, ese niño que tenía la columna a punto de atravesarle la espalda y que "había ido por voluntad propia"

—Hola~ soy Sooki ¿Cómo te llamas?— sin respuesta

Vale, o está muy asustado como para hablarme o no sabe hablar. Pero, tampoco es que este sea el lugar perfecto para mantener una conversación tranquila con una persona de veintiún años aparentes que todavía anda a cuatro patas

—Vale... ¿Cómo te digo esto...? Voy a... ayudarte, no te muevas— tampoco es que pudiera hacerlo, estaba en la esquina del callejón lo más pegado a la pared posible

Me agaché a su altura y me quité la horquilla que me sujetaba el pelo rizado castaño en una coleta alta. Con todo el cariño posible giré su cabeza hacia la izquierda, metí la horquilla entre su oreja y el chip rastreador con forma de pendiente característico del laboratorio de mi padre y le pegué un tirón arrancandolo de la oreja, lamentablemente, llevándome lo que podía ser perfectamente un trozo de cartílago en el proceso. Creo que dijo algo como "co" mientras la mano que le sujetaba la cara se mojaba de sus lágrimas, con una de sus mano se cubrió la oreja afectada mientras con las demás me bordeaba para poder escapar callejón abajo. En lugar de incorporarse a la avenida principal se metió en el cubo de basura que acababa de sacar lanzando la basura de dentro con desesperación por caber.

Me dió un poco de pena aplicar la idea que acababa de tener pero creo que era la mejor, cerré el cubo con él dentro y lo puse de pie otra vez. Ya había terminado mi turno de tarde, podía irme a casa directamente, dudo que nadie eche de menos un cubo de basura de los veinte que tenemos...

Por el camino podía sentir cómo se agitaba dentro del cubo intentando salir, yo solo podía sonreír y actuar como si no llevara un experimento con cuatro brazos esqueléticos y una cola igual dentro de la basura.

Co (Más que un escorpión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora