Capítulo 9

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Lo que faltaba, ahora me toca hacer de niñero de un mutante. ¿Quién mandaría a Sooki a adoptarlo? Ni que fuera un perro, es más, estoy seguro de que en una batalla contra un oso él ganaría.

Enredé mi pelo, además ahora que me toca estudiar todas las partes que hacen que el cuerpo funcione no puedo parar de pensar en cómo han conseguido sacar cuatro huesos más de donde se suponía que no salía ninguno, por que la cola creo que es más fácil de conseguir pero cuatro brazos ¡Cuatro brazos! Eso es mucho ¡Y los pinchos esos! Madre mía, si pudiera llevármelo a la facultad y presentarlo a mi profesor...

El repentino ruido proveniente de la habitación me sacó de mi momento de "estudio". Me asomé para encontrarme a Co en bóxers, no sé cómo se los habrá puesto..., y peleando con un espejo de mesa que Sooki tenía en su mesilla, parecía un gato bufándole a su reflejo, me habría hecho gracia si no le hubiera pegado un colazo y lo hubiera roto en pequeños cristalitos


—¡¿Qué haces?!— el chico pegó un salto y se encogió en el sitio —Anda, sal de aquí antes de que te cortes con algún cris- ¡Noo! ¡No te los comas!— tuve que quitarle el trozo de cristal de la mano y sacarlo de la habitación a rastras cogido por las axilas —Eso no se come, es malo para el organismo— dejé al chico al lado del sofá y me puse a buscar la escoba —Además, si se tocan hacen perforaciones en la piel

Co?

—Hacen daño, ahora siéntate y estate quieto— hizo caso


Barrí todos los cristales que pude y cerré tras de mí para evitar que entrara otra vez y pisase algo que se me hubiera olvidado barrer. Fue entrar al salón otra vez y encontrarlo bufándole a otro espejo. Respiré hondo, menos mal que paciencia no me falta...


—¿Qué pasa? ¿Nunca habías visto un espejo?

Co...— siguió a lo suyo, y trató de volver a romperlo, por suerte este sí aguantó el golpe

—Mira, ven, siéntate aquí— Co siguió mirando con el ceño fruncido su reflejo —Eso de ahí es un espejo, y ahí estás tú, y ahí estoy yo— ahora me miró a mí directamente con los iris verdosos y al espejo con los negros—Si le haces algo al espejo me voy a enfadar, mucho— creo que por fin entendió de que iba la cosa por que se marchó a rebuscar en el sofá —Fácil, ahora a estudiar


¿Fácil? Puf... madre mía, menudo niño chico. Tras estar un rato más rebuscando por todos lados rompió a llorar y empezó a tirar de mi pantalón, como pudo se montó en la silla y empezó a mover los huesos que tenía como manos mientras intentaba explicarme algo, que, obviamente, no entendí.


—No te entiendo Co, no hablo lo que quiera que hables tú— le sequé las lágrimas e intenté que se tranquilizara —¿Qué buscabas?

Coco, Co...

—Ni idea— el chico miró para todos los lados y tras un rato más sin producir sonido cogió mi cuaderno y mi boli —¡Ey! Suelta eso


Cogió el lápiz de la manera más atroz y menos práctica posible y empezó a garabatear en mi folio. Tras un par de minutos en los cuales estuve mirando como garabateaba con el interior de la mejilla mordido y, por primera vez, sonriendo, en un silencio sepulcral, cuando terminó me enseñó su obra maestra, era un garabato amarillo con rallones verdes... no... era Co...


—¡El pato!— el chico asintió y saltó de la silla luego empezó a desordenar la habitación otra vez —¿Sabes pintar?

Co (Más que un escorpión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora