Capítulo 1.

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Narra Sofia.

Bufé frustrada mientras despeinaba mi pelo castaño claro.

Estoy teniendo una crisis creativa.

Mi marca de ropa dio su "boom" y la gente cada vez pide más prendas innovadoras. El problema es que siento que ninguna esta a la altura de lo que me exigen y tengo miedo de fallarles.

Tal vez necesito dar una vuelta por puerto madero y enriquecerme de estilos diferentes. Necesito encontrar mi inspiración.

Observé el ventanal, afuera hace frío.

Arrugué la nariz levemente.

Un golpeteo en la puerta irrumpió mi discusión mental entre sí salir a dar una vuelta o quedarme viciando.

Arrastré mis pies con paja hasta la puerta, sin ver por la pantalla quien es, abrí.

—Me doxearon —dije en voz alta cuando caí en lo que hice.

Una leve risa divertida hizo que me enfoque en la persona que tengo en frente.

Es extremadamente alto...

Incliné la cabeza observándolo mejor.

Su pelo oscuro ondulado esta cubierto por una gorra The North Face. Sus ojos son literalmente las puertas de su alma y sus largas y onduladas pestañas lo hacen aún más precioso. Su piel es blanca y lisa. Su labio inferior es levemente más grueso que el superior y tienen un color rosa clarito acorde con su piel y sus facciones. Toda su cara es armoniosa.

Sin poder evitarlo, bajé mis ojos por su cuerpo.

¡Tiene alto estilo el hijo de puta! Es justo lo que buscaba.

Es el golpe fresco de inspiración que necesitaba.

Lleva puesta una remera negra batik con un estampado anime sobre una manga larga de rayas, un jean claro y unas dunk panda.

Pestañee varias veces para salir de mi trance y centré mi atención en su rostro.

—Hola —volvió a repetir.

—Que onda. —Sonreí intentando pasar desapercibido lo anterior.

—Todo piola —me devolvió la sonrisa y casi me desvaneci. Es la persona más linda y tierna que alguna vez conocí —. Te quería pedir, si tenes, un destornillador o algo parecido para prestarme, porque recién me acabo de mudar viste.

—Ah mal, nunca te había visto —Asentí. Si lo hubiera visto nunca me olvidaría de esa cara angelical —. Bancame que tengo que buscar, se que tenía por ahí. Pasa si queres. —Abrí la puerta completamente para que pase.

Dudo un poco, pero finalmente paso.

—Permi... ¡Ah! Gato de mierda —gritó asustado.

Tom le saltó encima como suele hacer siempre.

—Eh wacho, que bardea' a mi gato. —Alcé a Tom y lo alejé del gil este —. Che ¿cómo te llamas?

—Uh, que boludo —susurró para él mismo —. Me llamo Ivan ¿y vos?

—Sofia y él Tom. —Agité la patita de mi gato gris.

—Perdóname Tom, no te quise decir gato de mierda —Lo acarició.

Me reí.

—Toma, voy a buscar las cajas. —Se lo re entregué.

Subí las escaleras, donde se encuentra mi zona de trabajo y la puerta que da a mi pieza, para buscar lo que mi nuevo vecino necesita.

Abrí la caja que tiene escrito "herramientas" y busque el destornillador.

Encontré un estuche que tiene todo tipo de destornilladores y no sé que poronga más.

Bajé las escaleras y volví a la sala de estar.

—Acá encontré capo. —Agité el estuche.

—Cheto, después te lo traigo. —Dejó a Tom en el piso y agarró el estuche —. ¿Sabes dónde hay un lugar para comprar comida?

—Por acá cerca esta plagado de Starbucks, es lo más rápido —recomendé.

Asintió con la cabeza.

Analizó mis ojos unos segundos y pude ver duda en los suyos.

Levanté levemente las cejas animandolo a hablar.

—¿Me querés acompañar? —preguntó un toque tímido.

—¿Ahora? —inquiri.

—Si, bah, si queres y tenes tiempo. —Rascó su nuca con un poco de nervios.

—Si, dale, justo estaba por salir. —Sonreí.

Caminamos hasta el pequeño lobby y agarré una campera puffer de las perchas que tengo colgadas en un tubo horizontal, hecho para eso.

Hago ropa y estoy llena de estas boludeces.

—Queda re fachero eso —Ivan miró las prendas colgadas.

—Tengo una banda, si queres algunos piola, me ayudas a hacer más espacio —confesé.

—Joya, lukie perchero. —Se rió y yo también, su risa es muy contagiosa.

—Te vas a cagar de frío. —Miré sus brazos cubiertos solamente por la manga larga.

—Si mal, acompáñame a buscar una campera. —Abrí la puerta y fuimos al ascensor hasta el siguiente piso —. Te aviso que todo es un desastre —se excuso cuando abrió la puerta.

—Tranqui, yo tarde meses en acomodar todo.

Pasé atrás de él.

Me reí despacio cuando miré el colchón tirado en el piso, no por burlarme de eso, sino que tiene un setup perfectamente armado que debe valer más que todo el edificio, pero el chabon duerme en el piso.

—No te rías, hija de puta —me reto mientras buscaba en una maleta.

—No tenes ni cama flaco, cero organización. —Me reí

—Prioridades. —Señaló la pc.

—Obvio. —Asentí.

—Listo, vamos.

Lo seguí hasta el ascensor y salimos del edificio.

—La puta madre. —Ivan se quejó cuando el viento nos soplo el culo.

—Hay que ser forro para hacerme salir con este frío. —Me crucé de brazos intentando mantener un poco de calor.

—Vos me dijiste que si, puta —dijo ofendido.

Me reí.

—Camina, dale. —Lo empujé guiandolo.

Vecinos; Spreen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora