Me cague de risa todo el stream.
Apagué la tele y me acomodé con Tom para dormir.
(...)
Como siempre, ni idea a que hora me desperté.
Fui al baño y después desayuné tranqui.
—No sabes cruzar calles porque sos de Santa Fe —le dije mi conclusión a penas abrí la puerta.
—Hola, ¿cómo estas?, yo acá ando, no me quejo —dijo sarcástico.
—Me chupa un huevo como estas, capo. —Salí y cerré la puerta.
—Anda a cagar, hoy te levantaste re atrevida, gila. —Levantó la guardia para cagarme a palos.
—Capaz es porque ayer me rompiste la cabeza —recrimine.
—Pero cerra el orto. —Chasqueo la lengua.
Me reí mientras caminabamos hasta el ascensor.
Entramos y apreté el botón del subsuelo.
—¿Dormiste bien? —Lo miré y sonreí inocente, dejando atrás lo anterior.
—Yo descanso, no duermo wacho como el ysy. —Se mordió el labio inferior y mostró su dedo índice y pulgar como un turro.
—Dormir es para giles —canté —. Dormir es para giles —esta vez él también me siguió —. ¡Dormir es para giles! —gritamos mientras saltabamos.
—A la mierda —balbuceó Ivan cuando la puerta se abrió mostrando a una señora de como setenta años.
—Buenas tardes —la saludé con amabilidad intentando pasar desapercibida nuestra escena.
—Buenas tardes, querida. —Entró con cuidado.
Di unos pasos hacia atrás para darle espacio llevándome puesto a Ivan.
—Uh, perdón —se disculpó moviéndose.
—Yo te tengo que pedir perdón, si yo te choque. —Lo miré con las cejas fruncidas.
—Bueno, no empecemo' —Empujó mi cara para que no lo mire y me reí.
El ascensor abrió en el subsuelo y dejamos bajar primero a la señora.
—Ehh... —balbucee mirando el estacionamiento.
No me acuerdo donde deje mi segundo bebé.
Saqué las llaves y empecé a tocar el botón para desbloquearlo y bloquearlo hasta que lo encontramos.
Mi sirocco negro ya esta un toque roñoso, pero se la re banca.
Abrí la puerta y entré, seguida de Ivan.
—¿Cómo mierda te olvidas donde lo dejaste? —Ivan me juzgó.
—Cerra el orto, cuando tengas un auto hablamos. —Me reí cuando se quedó callado.
Se la re aplique.
—Me boludeas una vez más y me tiro —avisó.
Me mordí el labio tragandome lo que le iba a responder.
—Cálmate wacho, sos joven, tenes un futuro por delante y todavía te quiero pedir algo —dije por lo bajo.
Siento como posó su intensa mirada sobre mí. Lo ignoré y mantuve mi vista al frente.
—¿Qué me querés pedir? —preguntó despacio.
—No, nada. —Negué sin mirarlo.
—Mmm... —Hizo un ruido dudoso —. Ya sé —finalizó seguro.
—¿Qué? —Lo miré cuando paré en un semáforo.
—Ah, no sé. —Se encogió de hombros.
—Bue. —Rodé los ojos.
—Me haces eso una vez más y...
—¿Y qué? —Levanté una ceja.
Se mordió el labio y miró para otro lado.
—Te voy a cagar a palos —farfulló por lo bajo.
Bufé y arranqué.
Estacione en el super. Bajamos y entramos.
—Más vale que te portes bien —avisé agarrando un carrito.
—Si, obvio. —Asintió despreocupado —. Uh mira. —Fue casi corriendo hasta una maquina de peluches.
—Ajá... —Suspiré.
—Eu, tenes cien pesos —pidió mirándome con sus hermosos ojitos inocentes.
—Si, tengo. —Me acerqué a él con una sonrisa.
—Re piola. —Dio leves saltitos.
Puse el billete e intento agarrar uno.
Obviamente no pudo, por más que haya intentado más de siete veces y me haya dejado sin cambio.
—Vamos a comprar, dale. —Lo empujé obligandolo a alejarse de la adicta maquina de gancho.
Fuimos a uno de los tantos pasillos a agarrar cosas esenciales. Pero cuando pasamos al de galletitas y snacks todo se descontrolo.
—También esto. —Puso otra bolsa de doritos en el carrito.
—¿Y si mejor llevas algo de verduras? —inquiri.
—No, ni tira. —Negó con la cabeza —. Vamo' a comprar capeletinis. —Agarró el carrito y me llevó a otro pasillo —. La teca es agarrar uno de cada y mezclarlos —explicó.
—La teca es acompañarlos con verduras capo —susurré.
—No, basta, sos peor que mi vieja. —Se rió.
Al final terminó comprando verduras gracias a mi insistencia.
—Es esa wacho, te va a cambiar la vida —dije mientras bajamos las bolsas del baúl.
—Si vos decis. —Admiró la bolsa llena de verduras —. Seria mejor si supiera como cocinarlas.
—Si queres te puedo enseñar —sugerí.
Subimos al ascensor con todas las bolsas.
—Si, te acompaño a dejar tus cosas primero. —Levantó el brazo derecho donde tenía varias bolsas mías.
—Gracias. —Sonreí.
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Vecinos; Spreen
FanfictionIvan toca la puerta presentándose como el nuevo vecino en el momento más indicado. Sofia queda deslumbrada con su estilo y belleza, tanto que no deja de pensar en él. "Su divina inspiración". ▪︎Todos los derechos reservados. NO SE PERMITEN COPIAS NI...