Capítulo 5.

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Llegaron las empanadas y comimos felices.

—Después voy a tener el culo re seco —dije terminandome mi segunda empanada.

Ivan se rió.

—Yo por suerte cago bastante bien —agradeció.

—Re piola. —Tomé un trago de agua después de limpiarme las manos—. ¿Y tú familia vive en Santa Fe? —quise saber.

—Si, para las fiestas me voy a ir a quedar allá, pero no puedo stremear piola, capaz me compre una casa y me arme un buen set up —explicó.

—Seguro los extrañas. —Sonreí.

—Si, un toque. —Asintió —. ¿Y tú familia?

—No sé. —Fruncí el ceño —. Solamente vivía con mi papá, pero me tuve que ir. —Me encogí de hombros.

—¿Por qué? —preguntó dudoso.

—Porque tomaba mucho y cuando venia en pedo se la agarraba conmigo. —Miré mis pies con nostalgia.

Nunca pude dormir tranquila sabiendo que él en cualquier momento iba a entrar y a golpearme.

—Eu... —Sentí como sus dedos se posaron en mí barbilla y levantaron mi cabeza para que lo miré —. Perdón —dijo con sinceridad —. Posta, no tenía idea.

Una sonrisa volvió a pintar mis labios.

—No pasa nada, vos no tenes la culpa, yo empecé a preguntar. —Acaricié su mano con mis dedos —. Además, es algo del pasado que no se va a volver a repetir, yo ya estoy bien —aseguré.

Deslizó sus dedos por mi mandíbula.

Sus ojos transmiten tanta intensidad que hacen que el aire se me escape.

—Me alegra que hayas podido salir de ahí. —Separó su mano y me tuve que morder el labio para contener un quejido por la ausencia del contacto.

—Gracias. —Sonreí sinceramente —. ¿Y cómo te sacaste la rodilla exactamente? —cambié el tema de conversación con un tono divertido.

Él sonrió.

—Fui a buscar la pelota y un chabon que estaba jugando en contra mio también, no sé que chota paso, pero nos chocamos y se me fue la rodilla para un costado. —Hizo movimientos con las manos para ayudarse en su explicación.

—Que linda imagen. —Sonreí con dolor y la cara contraída.

—¿Vos nunca te quebraste o algo?

—No y eso que siempre me golpeaba, era re bruta. —Pasé mis dedos por mi cadera encima de la ropa, la única cicatriz que tengo es la que me dejo mi papá cuando rompió una botella en el piso, haciendo que el vidrio salté y me corte —. Pero una vez una tortuga me mordió el dedo del pie —recordé.

Él soltó una risa.

—¿Por qué?

—Que se yo, le estaba dando de comer, capaz se confundió —la defendí.

—Re boluda.

Terminamos de comer y pusimos música   para entrar en el mambo.

—¡Vamos Dukooo! —grité para después seguir cantando su tema.

—¡Cojo putas como un rockstar, tomo pastillas como un rockstar! —cantó Ivan.

Tomé un trago del Sprite con gancia y se lo pasé a Ivan.

Golpes en la puerta nos desconcentraron. Ivan fue a abrir y dos monos entraron.

—Que onda wacho —dijo un pibe con pelo negro.

—Dale loco que hoy se pica —dijo el más enano —. ¿Todo bien amigo? —Abrazó a Ivan y le dio un beso.

—Todo bien amigo —respondió el más alto.

—Fue son re putos —acotó el otro.

—Obvio amigo, ¿cual hay? —dijo el enano.

—No, ningún problema, sale beso de tres. —Se acercó a ellos levantando las cejas.

—De cuatro —aclaró Ivan y dio media vuelta para mirarme, haciendo que los otros dos también lo hagan.

—Que onda —dijo de forma cariñosa el más enano y se acercó a darme un beso en el cachete —. Soy Rodri ¿todo bien?

—Todo piola. —Sonreí cómoda —. Soy Sofi.

—Yo soy Tomás —de igual forma el otro se presentó.

—¿Dónde encontraste este minion? —preguntó Rodrigo.

—Estaba de oferta en el chino boludo —dijo Ivan.

—Dos por uno habia se ve. —Miré a Rodrigo de arriba a abajo.

—Fua —se quejó.

—Bueno, no se desconozcan —Interrumpió Ivan.

—¿Qué 'tan tomando? —Tomás le saco el vaso y tomó.

—No amigo, eso no es para tomar —habló Ivan preocupado.

Tomás lo miró seriamente y después se tiró al piso con la lengua afuera.

—La quedó. —Rodrigo negó con la cabeza.

—Una lástima —acoté imitando su acción.

Después se levantó entre risas.

Hasta las 2am estuvimos cagandonos de risa. Rodri y Tomás me cayeron re piola.

—¡Yo nunca te podré olvidar, te lo juro por dios! —cantamos todos abrazados.

—¡Porque me enseñaste amar! —me gritó Ivan en la cara.

—Para wacho, 'tas re dolido. —Me sequé la saliva que me tiró en la geta.

—¡Dolido siempre wacho! —gritó Tomás.

—¡¿Por qué me dejaste, pedezo de puta!? —gritó Rodrigo y me reí.

—Calmate amigo, ya fue, no te merecía. —Apoyé mi mano en su hombro.

—¿Vos decis? —Me abrazó fingiendo llorar.

Vecinos; Spreen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora