Cuando te conocí

6. Las vueltas del destino

Los siguientes días Louis tuvo que forzarse a salir de la cama, se sentía horrible, tenía ojeras, estaba cansado, triste y sin energías y estaba seguro que su aroma reflejaba como se sentía, por lo que en contra de lo que usualmente preferiría se cubrió con neutralizadores.

Las clases se sintieron muy lentas y el Omega pasaba el día deseando regresar a la seguridad de su cama, tenía tantas ganas de no ir a clases, pero ya había faltado dos veces por culpa del Alfa y eso es algo que no volverá a hacer, sus calificaciones eran mucho más importantes para él.

La mayoría de edad para los jóvenes en Inglaterra era alcanzada a los dieciocho años, sin embargo los Omegas tenían algunas restricciones y limitaciones que se mantenían hasta la edad de veintiún años, por un lado no podían casarse, ser marcados, comprar una casa, mudarse solos, tener hijos, tomar supresores y otros sin la aprobación de sus padres, madres o guardianes legales y por otro lado cualquier delito cometido en contra de ellos en ese rango de edad era tratado como si hubiera sido cometido contra un menor de edad. Estas leyes fueron creadas en un intento del gobierno por proteger a los Omegas que antiguamente eran forzados por Alfas mayores a enlazarse en cuanto cumplían los dieciocho años. Sin embargo, tristemente estas mismas leyes eran usadas por algunos tutores para imponer su voluntad en la vida de los Omegas a sus cargos.

Louis después de haber cumplido los dieciocho años y luego de interminables discusiones, negociaciones y suplicas había logrado convencer a su padre para que le permitiera ingresar a la universidad y mudarse a vivir solo a otra ciudad con su mejor amiga Omega. Sin embargo, para su padre, quien era un hombre bastante anticuado, no era una prioridad que Louis estudiara y pensaba que en cambio sería mucho mejor que encontrara un buen Alfa y se casara cuanto antes. Nunca lo había dicho en voz alta, pero Louis sabía que su papá estaba preocupado que como un chico Omega se le complicaría conseguir un buen Alfa cuando tenga algunos años en especial por su personalidad, pues el solía ser reservado, inseguro y aburrido. Él sentía que vivía bajo la espada de Damocles, en especial porque según se acercaba a los tan esperados veintiún años su padre se ponía más y más nervioso.

Por eso había cambiado tanto desde que llego a Manchester, quería demostrarle que podía ser un Omega independiente, fuerte y seguro. Eso y sus calificaciones eran sus únicas armas para defender su carrera y las elecciones que había hecho en su vida.

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El jueves por la tarde estaba abandonando su facultad acompañado de Zayn, cuando una cabeza rizada llamo su atención, se trataba de Harry, quien en cuanto lo reconoció empezó a caminar hacia a él.

Su corazón empezó a palpitar muy fuerte y sus manos se humedecieron en cuanto noto que se acercaba.

- Hola - saludo el Alfa bastante inseguro - podríamos hablar un momento Louis, por favor

- ¿Qué haces tú aquí? - contesto bruscamente Zayn

Harry miro hacia sus pies, lucia muy avergonzado y Louis quería reconfortarlo y también quería golpearlo y gritarle y hacer una escena. En su lugar dio un profundo respiro y pretendió que todo estaba bien.

- No seas malo Zayn, te apuesto a que viene a disculparse - dijo con un tono sarcástico - ¿no es así Harry?

- Sí ... yo lamento mucho lo que paso el lunes - jalo su cabello hacia atrás y se notaba bastante ansioso - yo no debería haber hecho todo eso sin saber lo que realmente había pasado, lamento haberte empujado, lo que menos quería era lastimarte - dijo solemne

- Esta bien Harry, no hagamos un mayor drama del que en realidad fue, tú solo querías proteger ... a esa Omega - se arregló su mochila que se resbalaba por sus hombros para disimular lo que le producía mencionar esas palabras - ahora si me disculpas tengo cosas que hacer