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A pesar de que la luz solar se filtraba a través de la ventana de la habitación de Max, el silencio que invadía cada rincón de ese espacio, hacía que todo se sintiera más sombrío. No era la primera vez que ponía un pie allí dentro, y dudaba que iba a ser la última, pero, sabía que no debía sentirme de esa forma, pero mi instinto me estaba tratando de decir algo. La paz que los demás estaban experimentando tenía un significado muy diferente para mí, mis entrañas me decían que algo no estaba bien.

No quería comentar nada de lo que se me estaba cruzando por la cabeza a mis acompañantes, no pretendía que ellos comenzaran a pensar que había perdido la poca cordura que me quedaba; pero, podía sentir que algo o alguien nos estaba observando. No podía sacudir esa rara sensación del cuerpo. Era como si alguien estuviese a mis espaldas, esperando el momento adecuado para atacarme o pegarse a mí para nunca más dejarme ir.

No sentía miedo, pero no me agradaba lo que me estaba generando en el cuerpo. Había experimentado cosas verdaderamente extrañas en lo que iba del año, pero este último par de semanas habían superado cualquier cosa que haya vivido previamente. Trataba de no pensar demasiado en ello porque no necesitaba que el pánico se apoderase de mí, no otra vez, debía tener la mente clara para poder actuar ante cualquier obstáculo que se nos presentase.

Dustin abrió la puerta para que pudiéramos pasar, y con la ayuda de Steve, quien me había dicho que apoyara mi peso sobre él para no hacerle más daño a mi pie lastimado, entramos al cuarto. Al entrar nos dimos cuenta que Max no se encontraba sola, además de estar acompañada por su querido Lucas, también se encontraba Jonathan Byers a un lado de la cama, y del otro lado, Nancy Wheeler intentaba decidir entre qué música poner para Max. Ninguno de los tres se percató de nuestra presencia.

Dustin se acercó a Lucas. —Hola, chicos. ¿Cómo sigue Max?

Los tres se sorprendieron al darse cuenta que había más personas en el cuarto, pero estaba segura que eso no era lo que les había llamado la atención, sino el hecho de que estaban tan perdidos en sus propios pensamientos, que no se habían percatado de su alrededor.

—Chicos —sonrió Lucas al vernos a todos. Se levantó de su asiento para darle un abrazo a su amigo.

Me encantaba ver la amistad que tenían todos los chicos del grupo, más que amigos eran como una gran familia. No podía ver mi rostro, pero sabía que tenía que disimular los celos que me provocaba al verlos juntos. No es que me pasara eso porque fuera mala, sino que me hubiese gustado tener muchos amigos con los que pasar mi adolescencia, y no estar siempre encerrada en aquella caravana, tratando que mi madre no se intoxicara al tomar alcohol o que mi hermana se quedara a cuidarme, en vez de irse de fiesta con sus chicos que no la valoraban. No pude evitar observar a Steve cuando pensé en la última frase de mi oración, él había sido uno de los principales culpables por los que no pasaba mucho tiempo con Corina. Pero, lo perdonaba.

—¿Qué te ha sucedido? —Lucas soltó a su amigo al verme apoyada en el hombro de Steve. Dirigió la mirada de nuevo a su amigo para que le diera una explicación coherente, pero Dustin sabía que era yo la única que podía decir qué era lo que me había pasado.

Sonreí porque era consciente que no sería la última vez que tendría que explicar lo que pasó. Detestaba dar explicaciones, pero también entendía que ellos se preocupasen por mí, yo también lo estaría si alguno de ellos estuviese en mi lugar.

—Los amigos de Jason, eso me pasó —dije entre risas llenas de nerviosismo. Quería restarle dramatismo a la situación para que ninguno de ellos se cargara lo que me había pasado para ir a buscar justicia, no quería que nadie fuera a salir lastimado por mi culpa, ya tenía suficiente con la que venía acarreando desde hace tantos años.

Rapture | Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora