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Si había algo que odiaba con todo mi ser era mantener secretos de las personas que amaba, no era lo mío, era pésima ocultando cosas. Esa era una de las razones por las que no podía dormir por las noches, mi conciencia no me dejaba tranquila, además, sabía que tarde o temprano me iban a descubrir y tendría que dar muchas explicaciones al respecto.

Solté todo el aire que tenía contenido dentro de mis pulmones.

—Mierda, casi nos descubre. ¿Crees que ella se ha dado cuenta de algo? ¿Soné convincente? —le pregunté a Eddie, quien se había ido a sentarse sobre la cama—. Sabes que ella volverá si se da cuenta de que le estaba mintiendo. Ese es como su poder, sabe cuándo estoy ocultando algo.

Eddie comenzó a reír al notar lo nerviosa que me había dejado la situación. No podía entender cómo él podía estar tan tranquilo con lo que había sucedido, si mi tía llegaba a verlo, iba a obligarlo a ir a la policía y no porque creyese todo lo que decía de él, sino para que limpiara su nombre de una buena vez por todas. Sus intenciones serían buenas, pero no podíamos permitirnos que todos se enteraran de que él estaba vivo, necesitábamos más tiempo para que Vecna confiara en él y le dijera cuáles eran sus planes.

Él negó con la cabeza.

—No, no creo —dijo, mientras extendía los brazos hacia mí para que fuera a su encuentro—. Ven, tranquila, ella ya está durmiendo.

Me preguntaba cómo él podía estar tan seguro de que ella ya estaba dormida o cómo supo que Julie estaba por llamar a la puerta de mi cuarto. La situación me había tomado por sorpresa por eso no me había dado cuenta de lo él me estaba diciendo, pero con el pasar de los minutos comencé a darme cuenta y no podía sacarme de la cabeza lo extraño que se me hacía.

Caminé hacia él, pero como se dio cuenta que no iba a sentarme a su lado, me atrajo con los brazos para poder apoyar su cabeza sobre la parte baja de mi estómago. No me gustaba que hiciera eso porque me recordaba a cuando lo hacía delante de toda la escuela y yo me moría de vergüenza. Aún podía escuchar los cuchicheos de las chicas en los pasillos, algunas sonaban celosa de que él me demostrara su cariño de esa forma, y otras decía que era una zorra, ya que aseguraban de que Eddie me abrazaba de esa forma porque ya habíamos tenido relaciones.

Sabía que no debía importarme lo que la gente dijera de mí, al contrario, debía estar acostumbrada por haber sido llamada la zorra del diablo desde que era pequeña. Pero, no lo era, no era ni la zorra del diablo ni la puta de Hawkins. No importaba a qué edad había tenido mi primera vez ni con cuántos chicos y chicas había estado, no tenían el derecho de llamarme de esa forma. No entendía cómo podían hablar así de una adolescente, a mí jamás se me pasaría por la mente tratar de esa forma a otra chica.

—¿Cómo supiste que ella iba a llamar a la puerta?

Eddie me miró, sorprendido por mi pregunta. —Ser vampiro tiene sus ventajas, Ana. Puedo escuchar mucho mejor de lo que hacía antes. No sé cómo explicarlo, pero es como que todos mis sentidos están agudizados. No es ni bueno ni malo, sino que tengo que concentrarme para que no me vuelva loco.

—Lo siento. No sabía que sentías todo eso.

Se apartó de mí y alzó la mirada para encontrarse con la mía. —No te preocupes, me estoy acostumbrando. Además, tiene sus beneficios saber cuándo están a punto de interrumpirnos para así evitar que tías vean cosas que después no las van a dejar dormir por las noches.

Acarició mi brazo y no pude evitar reír. Él siempre podía hacer de una situación compleja algo que me hiciera sonreír. Estaba agradecida de su sentido de humor porque si él no fuese de esa manera, no tenía cómo podríamos sobrellevar lo que había sucedido todo este tiempo.

Rapture | Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora