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No importaba si estaba distraída o tenía los oídos cubiertos por las almohadas que me rodeaban, la lluvia imponía su presencia con cada golpeteo que daba contra los cristales esmerilados de la ventana del cuarto. Por momentos se sentía que producía una música relajante, la cual me incitaba a disfrutar de la calma de la tarde que se avecinaba, y que para sentirme más cómoda por día acompañaba las melodías de la naturaleza con una taza de té y una buena lectura. Pero, otros, parecía que la furia de los cielos estaba arremetiendo contra mi morada, recordando qué no podía estar tranquila, que el caos de mi alrededor estaba pisándome los talones, que no podía descansar, que debía seguir pensando en los peores escenarios posibles.

Giré en la cama para posar mi rostro en el lado frío de la almohada, tal y como lo hacía de pequeña cuando sentía esa molesta oleada de calor. No había mucho espacio sobre el colchón, así que no traté de moverme mucho para no caerme al piso, mi cuerpo no necesitaba un golpe más para la colección. Mi piel se había convertido en una galería del horror, la cual estaba dispuesta a exponer sus peores pinturas las veinticuatro horas del día.

—Deberías venir conmigo —su dulce voz resonó en mi cabeza, como si estuviera en una esquina de la habitación y no junto a mí—. Te extraño.

—Lo sé, yo también te extraño, pero no puedo ir contigo.

Me incorporé en la cama al ver que la figura que estaba acostada a mi lado lo había hecho con mucha rapidez. Si no hubiese enfocado la mirada podía jurar que estaba ante mi propio reflejo, éramos muy parecidas, eso era lo que todo el mundo nos decía de pequeñas. Las dos poseíamos una cabellera cobriza que caía como cascada sobre nuestros anchos hombros, y nuestros ojos oscuros eran la parte más característica de nuestros rostros. Pero, a pesar de que muchos pensaban que éramos dos gotas de agua, la diferencia de edad había comenzado a marcar una grieta entre las dos. Sí, la naturaleza estaba tomando su curso, pero yo se lo atribuía al estilo de vida que llevábamos.

No podía decir que mi vida era perfecta, porque no lo era, todo lo contrario, y tampoco podía asegurar que no había probado las mismas cosas que ellas, porque en algún momento lo había hecho. Pero mi manera de ver la vida y de disfrutarla era muy diferente a cómo ella lo hacía.

—Soy tu hermana, tu sangre —alargó la mano para acariciar la marca que había dejado la almohada en un lado de mi mejilla—, deberías estar junto a mí. Sé que quieres estar con la tía por agradecimiento, pero me tienes a mí. Juntas somos más fuertes, ¿recuerdas? Eso era lo que siempre nos decía mamá de pequeñas. Deberíamos hacer caso a sus enseñanzas.

Ella tenía razón, nuestra madre nos había enseñado que el vínculo de hermanas era lo más fuerte que podía existir en el universo, porque no solo dos seres compartían la misma sangre, sino que, había estado nueve meses formándose en el mismo útero. Según sus palabras, éramos el mismo ser, solo que el tiempo y el espacio nos había separado para volver a unirnos en nuestras vidas terrenales. Sí, tenía un poco de sentido si lo veía desde una forma mística como ella solía encarar la vida, pero, me costaba seguir sus enseñanzas, ya que ella había sido la razón por la cual mi hermana y yo nos habíamos peleado.

El día que mi madre decidió marcharse para hacer una vida lejos de Hawkins, lo cual no me parecía mal ni podía culparla, ni un solo integrante de nuestra familia se sentía en casa en ese pueblo que solo sabía destratarnos; lo que sí le reprochaba era que nos no hubiese llevado con ella. Desde aquella noche que tomó todas sus pertenencias y se fugó, algo se rompió en mi relación con Corina. Habíamos dejado de ser las hermanas que se la pasaban casi todo el día juntas, a ni siquiera hablarnos por semanas. Ella solía irse de fiesta con sus amigos todas las noches, y yo me quedaba en la caravana, cocinando para mí y para Eddie, quien era el único que me hacía compañía para que nadie quisiera entrar a mi hogar y propasarse conmigo por estar sola.

Rapture | Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora