Capítulo 8: Regreso

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No entendía porque se sentía asustado, porque la presencia de Deku lo intimidaba de esa manera.

Ni siquiera puso resistencia cuando el peliverde lo tomó del brazo y lo guió hacia lo más profundo de aquel callejón.
Tampoco dijo una palabra cuando fue empujado hacia el interior de una vieja y abandonada casa.

En la oscuridad del lugar, ambos permanecieron en silencio, totalmente solos.
La pequeña luz de la farola que se colaba desde la calle por una de las maltratadas ventanas de la habitación, le permitió observar aquellos verdes ojos.
Deku lo observaba fijamente, recorriendo con la mirada cada centímetro de su cuerpo. La expresión del Alfa era neutra, su rostro algo más definido pero de igual forma cubierto con sus características pecas, no expresaba nada.

El rubio sintió un pequeño escalofrío en su espalda. Aquel Alfa de cabellos verdes era Deku, no había duda de aquello, pero no era el mocoso que corría tras suyo cuando eran pequeños, ni el pecoso que le prometió su amor en el altar. Ese no era su Deku.

Katsuki tuvo miedo, por primera vez en su vida le tuvo miedo a Deku.

El Alfa se acercó lentamente hacia él, obligándolo a retroceder. Cuando la espalda de rubio chocó con uno de los muros y no le permitió moverse más, pudo sentir la respiración del Alfa sobre su rostro.
La figura de Deku era evidentemente mucho más musculosa de como lo recordaba, pudo observar los anchos hombros, las viejas cicatrices en los gruesos brazos y algunas nuevas en el mentón del peliverde.

La sensación de peligro hizo que el cuerpo del Omega temblara asustado, cerró los ojos y bajó el rostro encogiéndose bajo sus hombros.

-¡Oh Kacchan!- Habló el pecoso en un ronco susurro, rompiendo aquel silencio que parecía ensordecedor para el más bajo.
-No creí verte así-

Por un instante, Katsuki abrió los ojos sorprendido. Observó sus propios pies mientras se daba cuenta de lo que estaba haciendo; Estaba temblando ante la presencia de Deku.
¡¿Cómo era eso posible?!
Él no podía temerle a un simple idiota como Deku. No, por supuesto que no podía sentir miedo de alguien solo por ser un maldito Alfa, muchas veces había hecho frente a esos tipos.
No era débil, no era un delicado Omega en apuros.

Apretó fuertemente su puño y se armó de valor para en enfrentar al bastardo que se largó de esa forma.
Katsuki alzó el rostro y observó al maldito Alfa, su roja mirada se sostuvo sin titubeos.
¿Qué se creía ese idiota? No podía simplemente llegar y tratar de intimidarlo así.
Era el Alfa quien debía temerle, el maldito nerd lo había abandonado, de la nada se había marchado sin darle explicaciones, sólo dejando una estupida carta de divorcio y obligándolo a tener que casarse nuevamente.
Katsuki estaba molesto, con solo recordar aquello, sentía su sangre hervir.

-Eres un mald...-
El grito de furia del rubio se ahogó en su garganta. En un movimiento brusco, Deku había tomado el brazo de Omega, el cual iba dirigido directamente hacia su rostro para darle un fuerte puñetazo.
Con su mano derecha el Alfa tomó aquel brazo y con su otra mano sujeto firmemente al Omega por la cintura, atrayéndolo hacia su cuerpo.

Katsuki pudo sentir como su pecho se presionaba contra el de Deku, el agarre firme en su brazo y su cintura acompañado del calor del cuerpo ajeno solo lo confundía. Observó detalladamente la mirada del pecoso, su pupila estaba dilatada y parecía respirar con dificultad.

-Que mier...-
Nuevamente el rubio no pudo terminar de hablar, el más alto había soltado su brazo y lo había tomado del rostro uniendo sus labios en un hambriento beso.

Bastante desconcertado, Katsuki pudo sentir como Deku introducía su lengua en su boca y lo besaba con desesperación.
-Mierda, Deku- Alcanzó a gruñir entre los labios del pecoso mientras trataba torpemente de separarse de él.
Evidentemente el peliverde tenía otros planes, el Omega pudo sentir como este unía nuevamente sus bocas y con sus manos comenzaba a recorrer su cuerpo.

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