Lucha interna. (Editado)

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Muy temprano, antes de recibir alguna queja, ya estaba esperando pacientemente en su comedor. Hoy trataría de que nadie note su presencia. Sentía su estómago contraerse y pequeños escalofríos cada instante. Ni hablar de lo tenso que su cuerpo se sentía.

—Por fin haces algo bueno.—. Reprochó su padre.

—Ajá, hermanito por fin.

Ambos tomaron su lugar, el ambiente parecía familiar si no fuera por cierto rubio esperando la orden para poder tomar su lugar.

—Ya siéntate—. Hablo su padre entre dientes—. Hoy no quiero excusas inútiles, aléjate de los putos problemas. ¿Entendido?

—Si, padre—. Hizo una reverencia tomando su sitio, quería tomar algún pan, pero su mano derecha era la lastimada, así que se dijo que el café era suficiente.

—Nos vamos papito, cuídate mucho—. Dijo la castaña tomando sus cosas y dándole un beso a su padre.

—Bien princesa, pórtate bien—. Sonrió.

—Si papito, ¡vámonos Jimin!—. Grito.

—Adiós, padre—. Dijo dando una reverencia siguiéndole  el pase a su hermana.

Salieron ambos hermanos tomando la misma ruta. La castaña metida en sus pensamientos ideando un plan para poder acercarse más a Jeon.

El rubio sintiéndose cada vez más ansioso, el dolor punzante en su cabeza cada vez crecía junto con los escalofríos.

Llevaba una casaca extra, pero aun así sentía su piel erizarse cada cierto tiempo. Ni hablar de los pequeños temblores que lo hacían contraerse, ¿enfermaría?

Llegando al instituto, Jimin suspiro al notar que su hermana ya no estaba a su alcance cuando el olor a Rosas se esfumó. Tratando de alejarse de todos hizo su camino con temor, el dolor en su estómago crecía haciendo que su camino se desvíe a los baños. Rogaba porque estén vacíos y pueda entrar sin dificultades.

Un tirón hizo jadear al rubio al punto de caer en la cerámica, el olor del desinfectante le atravesó entendiendo que ya estaba en los cubículos, trato de ponerse en pie, pero un olor raro con chocolate agrio llegó haciéndolo temblar. Ese olor era completamente asqueroso.

—¡No! —. Chillo de miedo—. ¡Déjame ir, por favor¡

Un fuerte jalón le hizo quedar estático, antes de reaccionar aquella persona quería arrebatarle todas sus prendas.













[...]















Quince minutos transcurrieron lento donde miraba aquel asiento vació. Su lobo hoy más que nunca le decía que algo estaba mal y no entendía por qué ansiaba tener algo cerca o...

—¿Kook, hermano, estás sudando?—. Dijo Taehyung dándole un pañuelo.

—Mierda, tengo mucha calor. Necesito ir al baño, cúbranme—. Dijo retirándose del aula.

Cada vez sentía el cuerpo pesado y el sudor le indicaba que una ola de feromonas estaba por soltar. "Mierda" se recriminó al pensar que el celo llegaría pronto.  Caminando a paso rápido quiso llegar al baño, pero cierta castaña se interpuso en su camino.

—Quítate que no estoy para juegos—. Su voz reprochó exigiendo obediencia.

—Te puedo ayudar con tu problema—. Dijo la castaña pasando sus manos por su parte baja.

— Te quitas o te quitó?—. Demandó, el enojo haciéndole perder la  poca paciencia.

Miro con ojos profundos y llenos de cólera a la castaña haciendo que esta se mueva al instante.

Un olor conocido llegó a su alcance cuando estuvo por ingresar a los cubículos. Respiro hondo y se inundó hasta la última gota. Ese olor lo conocía y tenía claro cómo arreglar su problema.  Cuando dio un paso al ingresar unos sollozos conocidos le hicieron detenerse rígido, el animal que llevaba dentro rasgo en su interior completamente furioso.

—!Abre la maldita puerta antes que te atraviese con todo y ella!—. Grito Jeon con furia.

Ni entendía que trataba de hacer, solo quería arremeter con aquella persona para que parece de hacer llorar a...

—Joder, seas quien seas, ¡lárgate, este omega es mío!—. Se escuchó dentro del cubículo, fuerte y claro.

—A-ayúdenme, p-por favor... —. Una pequeña voz en un susurro hizo que toda la rabia se apodere de su lobo, aquel animal estaba pidiendo a gritos salir en busca de sangre.

Esa voz la conocía a la perfección, ¿quién es el desgraciado que se atrevía a jugar con lo que es suyo?

—Ese omega que tienes, es mío. ¡Si sabes lo que te conviene, saldrás antes de que te mate, bastardo!—. Grito exigiendo.

Se escuchó la puerta siendo abierta y aquella persona correr despavorido al saber quien era el que tanto insistía.

Jeon estaba a punto de matar a ese bastardo si no fuera porque miro a un rubio aferrado en sus piernas sollozando. Otra ráfaga de Fresas con galletas lo inundó, ¿era el omega quien desprendía tan exquisito aroma?

Las manos de Jeon picaron por acariciar y consolar al pequeño omega. ¿Que coño quería hacer? Lucho con sus instintos y el reclamo de su lobo por querer tomar todo del rubio lo antes posible.  No tenía la más mínima idea de que hacer, su conciencia estaba ida y solo podía admirar aquel bulto sollozar liberando cada vez de su aroma involuntariamente.

—N-no me hagas daño, por favor—. Negó el omega sollozando. Había rogado tanto a la luna que alguien lo ayudara, no espero que sea aquel alfa. Ahora sentía mucho más miedo. Su cuerpo cada vez se retorcía con pequeños espasmos.

—Necesito que te pares y te largues a tu casa—. Dijo el pelinegro tratando de llegar al lavadero y refrescarse. No sabía que era esa nueva sensación, ese aroma lo llamaba cada vez y no quería cometer una locura—. ¿No me estuchaste? Lárgate ahora omega inútil.

—N-no puedo—. Dijo el rubio. Si acataba esa orden, su padre se pondría furioso.

—¿Estas de coña? ¡Eh dicho que te largues a tu casa!—. Grito.

—T-tengo clase y...

—¡Que te largues, Carajo! No quiero volver a verte en la escuela por tres días. ¿Entendido?—. Hablo entre dientes, ya no podía soportar el querer envolverse en tal aroma exquisito. Sin poder evitarlo, libero feromonas de apareamiento haciendo que el rubio jadee de improviso. Escuchar ese jadeo hizo que su cordura se le vaya por la borda. Fresas con galletas invadía todo el baño.  Jungkook, con ojos grises como la noche, avanzó hacia la puerta colocando el pestillo.

—Levante omega—. Demandó.

Jimin entró en alerta al escuchar la puerta siendo cerrada con pestillo, se encogió en su lugar. El olor del alfa lo envolvía y podría sentir un tirón en su parte baja acumularse, el frío se había ido dejando en él un ambiente muy caliente y acogedor. Aun así, el miedo crecía dentro de su interior al saber que sería víctima de otros de sus "juegos"

¿Porque fue tan débil y no aprovechó la oportunidad para irse?

𝐔𝐧 𝐝𝐞𝐬𝐭𝐢𝐧𝐨 𝐚 𝐜𝐢𝐞𝐠𝐚𝐬. © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora