Un antes y un después. (Editado)

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Jungkook deambuló por cada rincón sin entender que ya habían pasado cuatro días, las ojeras cada vez se intensificaban en su pálido rostro, el cansancio en su cuerpo ya exigían comida o agua. Necesitaba levantarse y hacerse cargo de su aspecto, pero es que ya no podía más, había llegado a un punto donde ni el mismo tenía fuerzas, solo quería cerrar los ojos y dejar de sentir. Su cuerpo exigía supervivencia, pero es que su mente y su corazón habían dejado de luchar. Aun mantenía los ojos abiertos, con su mirada perdida hacia la puerta esperando está por ser abierta y ver a su Bonito ingresar por ella con esa sonrisa, la cual ahora mataría por ver. Quería que todo esto sea una puta pesadilla.

Varios días después, abrió los ojos, enfocando una exagera luz que molestaba su visión, trato de mover su cuerpo, pero parecía que miles de agujas clavaban al mismo tiempo. ¿Qué sucedía? ¿Ya estaba muerto?

—Kook cariño, has vuelto.

Su madre soltó la primera bomba y con eso un terrible peso cayó. Había entrado en un cuadro depresivo. Qué jodido estaba. ¿El estar en una camilla no le resultó incómodo, pero porque querían que comiera tanto? Su estómago no aceptaba, no quería y porque eso no lo entendían. Cuando tuvo oportunidad de escapar lo hizo, había preguntado tantas veces por Jimin a sus padres que estos solo le negaban con la cabeza y estaba exhausto de seguir reclamando explicaciones cuando nadie estaba dispuesta a dárselas, quería a Jimin e iría por él al jodido infiero si era necesario. Por eso su búsqueda no cesó, durando días, semanas y luego meses... años.

El mundo también se había puesto en su contra.




















[...]














El calor estaba siendo insoportable para un peli negro quien se retorcía sobre sus sábanas, había vuelto a tener contantes pesadillas donde se repetía una y otra vez la misma escena, estaba cansado y harto de vivir en el pasado y sobre todo no poder soltarlo. No cuando lo único que quería era ir tras esa persona después de saber donde se encontraba, tres malditos años buscándolo para que lo vea a través de unas imágenes, Jimin era feliz en los brazos de un ¿bebé?. ¿Ese era su peli rubio? No lo reconocía, pero esa carta con el puño y letra de Jimin era lo único que lo mantenía cuerdo para no ir y arrodillarse rogando por un perdón. Debía ya superar y seguir como tanto, sus padres le han pedido, pero es que Jungkook simplemente no puede y no quiere. Cómo hacerlo si sabe que Jimin ha calado hasta lo más profundo de su ser, era una batalla interminable con el mismo y su lobo.

Creía estar sanado cuando tres meses después conoció a Yunseo en una exposición, Jungkook estaba tratando de adentrarse a ese mundo y lo logró sin esfuerzos de su padre, que tanto le pidió estudiar administración, pero no cedió, ya no tenía por qué seguir las demandas interpuestas por su padre, antes de todo, antes de Jimin era un completo imbécil, pero lo único que rescata es no querer lidiar con una empresa la cual no le interesa.

Por eso un año después de terminar el año escolar siguió su camino a Stanford, fue malo y difícil, lidiaba con "la popularidad" que se ganó sin hacer nada, porque Jungkook definidamente ahora odiaba ser el centro de atención.

Se preguntó por tantos meses perdidos sollozando, esos de los cuales el dolor en su estómago se expandía hacia su pecho, entrando en un ataque de pánico. Los días sin sentirse vivo, decaído, perdido. Con el pasar del tiempo se miraba en el espejo durante horas odiándose cada vez más. De todo lo malo que pudo llegar hacer, se convirtió en lo peor dañando a la pareja que la luna creo para él.

𝐔𝐧 𝐝𝐞𝐬𝐭𝐢𝐧𝐨 𝐚 𝐜𝐢𝐞𝐠𝐚𝐬. © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora