El peso del pasado. (Editado)

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JM

—¿Lo has pensado?

Papá preguntó, su voz sonaba impactante, a estas alturas sabía que incluso Soobin estaría mordiéndose las uñas al igual que yo.

Me oculté entre mis rodillas y suspiré, ¿qué debía hacer? Había llegado hace una semana una carta donde me hacían un traslado inmediato a otro colegio infantil y en parte un bichito en mi salto de alegría por querer alejarme de ese molesto Alfa, pero luego estaba mis niños que a pesar de tener solo cuatro meses juntos me había encariñado demasiado y por eso es que sabía me estaban eligiendo. Tenía menos tiempo que todos los docentes allí y era menos difícil cambiar la rutina de los niños pero que suertero para ser solo yo.

Luego el director amablemente me explicó que en dicha institución había maltrato, por eso capacitaron a varios, pero, ¿en qué momento hice dicha capacitación? Lo peor no venía en eso, lo terriblemente malo era que no solo era un cambio, sino un "traslado" la piel se me irisaba al recodar donde sería.

Quería morir.

—Minie, si no quieres ir podemos simplemente llevar tu curriculum a otro lado.

Lisa habló tratando de tranquilizarme, pero simplemente no podía. Me fue demasiado difícil conseguir ese trabajo, a duras penas me aceptaron y conseguir otro sería un total desafío. No podía simplemente desechar la propuesta, pero el pensar en volver a Seúl me hacía erizar hasta las entrañas.

—Iré—. Solté desganado, no podía ser tan malo. Solo tenía que ir y esperar que el año académico acabara para pedir otro traslado. No sería tan malo.

—Iremos—. Lentamente, giré mi cabeza a la dirección donde mi hermana habló.

No podía estar hablando en serio.

—No—. Negué con la cabeza—. Estás con el tratamiento y el cambio brusco de ambiente no es discusión, aparte, Soonie no puede perder sus clases.

De todo esto lo que más me estaba doliendo era dejar por tanto tiempo a mi pequeño Soonie. Debía ser optimista y creer que el año acabaría rápido. Así, con el cambio abrupto de mi rutina empecé alistando todo lo necesario, aunque básicamente Papá y Lisa lo hicieron por mí.

Por alguna extraña razón no sentía a mi omega ansioso ni con reclamos, estaba tan manso que me asustaba su silencio. Al terminar la última semana mi móvil vibró alertándome de quién llamaba. Mi sonrisa creció de inmediato.

! Minieeee Bebé!—. Chillo Hobi al otro lado de la Línea—. ¡Si no te llamo, te olvidas de mí!

—Qué exagerado eres—. Apenas y ayer conversamos, Hobi jamás cambiaría—. Tengo todo listo.

AHHHHHHHHHHHHH—. Grito, haciendo que aleje el móvil de mi oreja—. ¡Por fin te veré!

Reí al recordar la "maravilla de familia que tenía" pero vean las comillas porque al perecer nada es color de rosa o buen color hermoso porque no como es el "rosa"

—¿Y Suní?

Ansiosa por conocerte—. Callo un segundo suspirando para luego casi gritar—. ¡Suní cariño, bájate de la mesa que te vas a caer!

𝐔𝐧 𝐝𝐞𝐬𝐭𝐢𝐧𝐨 𝐚 𝐜𝐢𝐞𝐠𝐚𝐬. © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora