Sorpresa. (Editado)

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—Te extrañé mucho Minie, no sabes cuanto—. Chillo.

—Hobi realmente eres tú.

—Claro que lo soy. ¿Tienes a otro mejor amigo igual de guapo que yo?—. Dijo divertido—. Créeme que si esos ojitos lindos tuyos pudieran verme estarías flechado por mí.

Entre abrazos y chillidos de felicidad, ambos omegas continuaron su camino.

—Debemos ir a tomar algo, una malteada, ¿qué dices?

—Si llegó tarde... papá se molestará—. Musitó.

—Claro. No olvido a la escoria de tu padre—. Él omega plateado escupió con amargo.

—Hobi...

—Sí, sí, entiendo, pero te acompaño a casa. Ya hable con mis padres, espero poder ir contigo y protegerte Minie—. Dijo entrelazando sus manos con el rubio.

—¿ir.... donde?—. Pregunto Jimin desentendido.

—Juntos, misma clase, mismo instituto, ya sabes lo normal. Ya son seis meses del proceso y esta semana podré hacer mi traslado.

—Eso es... ¿En serio?—. Chillo de felicidad. Para él omega oficialmente había proclamado este día el mejor.

—¿Cuando te mentí?

—Nunca—. Dijo sonriendo.

—Exacto. Jamás lo haré.

Caminaron ambos hasta llegar una cuadra antes de casa. Hobi no podía ver al padre del rubio o sería capaz de lanzarse y arañarle todo a su paso, como tantas veces estuvo tentado de hacerlo. Solo se detenía gracias a Jimin. Estuvo medio año lejos de su mejor amigo, esto acabaría. No dejaría que nadie abuse más de Jimin y mucho menos la odiosa de su hermana.

—Solo debes esperar estos días y prometo estar juntos esta semana—. Suspiro para luego abrazar al rubio.

—Lo sé, te quiero...

—Y yo a ti. Sé que tienes cosas que contarme, no puedes mentirme, Minie. ¿Bien? Ahora entra y sube derecho a tu habitación.

—Si—. Jimin sonrió abrazando una última vez a su mejor amigo para marcharse.





















[...]


















—¿Y tu hermana?

En su intento fracasado por llegar a su habitación, la voz de su padre lo dejó a medio camino en las escaleras. Hoy era jueves y su padre esos días llevaba una caja de pizza para cenar, sin embargo, él jamás probaba bocado. Solo quería llegar entre sus sábanas y descansar de este día lleno de tranquilidad.

—Ella dijo que tenía algo importante que hacer—. Respondió rápido queriendo huir.

—Agarra—. No supo en qué momento su padre había llegado a su dirección, dejando caer un pedazo de pizza entre sus cabellos—. Ups, me olvidé que eres ciego y tonto.

Jimin agachó la cabeza, oficialmente su día normal llegó a su fin. Un gemido lastimero salió de su pecho, supo que su lobo hacía acto de presencia en un mal momento. Sintió la porción chocar con sus zapatos. Temió un golpe en ese momento.

Nada cambiaría.

—No desperdicies la comida que tu padre te da. Levanta eso y coméntelo—. Ordenó.

Apretó los labios hincando lentamente sus rodillas al escalón. Tanteó el pedazo de pizza y lo comió dando hipidos lastimeros. La pizza aún estaba caliente y dulce, pero ni eso dejó que el nudo en su garganta se disipe, cada trago era amargo. Su padre jamás tendría piedad. Estaba seguro de que si moriría sería una bendición para todos.

—!Vete bastardo, no te quiero ver más!—. Grito Park echándose a reír.

Subió buscando la paz que solo esas cuatro paredes podrían brindarle. Acurrucado entre sus sábanas, una colita esponjosa hizo presencia entre su pecho, consolándolo.

Tal vez no fue un día excelente, pero pudo ver a su mejor amigo y ahora más que nunca ya no estaría solo. Sus comisuras se levantaron en una pequeña sonrisa al saber que Hobi estaría con el día lunes. Ya contaba las horas y los minutos.

Su amigo no era como jimin de asustadizo, sin dudas el revoltoso de Hobi se enfrentaría a quien sea y eso lo ponía ansioso, más aún se repetía que mientras estén juntos nada pasaría. O eso creía.



























Tres días después...





























Su último día de escuela fue raro, no hubo acoso ni nada que lo alerte. No sentía al alfa, tan poco a sus amigos "tal vez ya se cansaron" fue su deducción y sentía tranquilidad.

Era un domingo por la tarde cuando su ventana daba pequeños golpes. No tomo importancia pensando tal vez sea su gatito jugando, pero los toques se volvían más fuertes conforme pasaba los minutos. Con cuidado se acercó abriendo, está cuando una pequeña piedra estrelló con su naricita.

Su ceño se frunció e hizo un puchero tocando la zona afectada.

—Oye eso dolió...—. Dijo cuando reconoció la risita de su mejor amigo.

—Se ve más bonita, así...—. El plateado agarró su boca entre sus manos al reír.

—Hobi. Debes irte si papá te ve...

—Lo sé, lo sé... Solo vine a decirte que el lunes nos vemos a la misma hora en el mismo canal. Ya sabes tú y yo. juntos... y sí..

—Hobi...

—Ja, ja, ja, sí, si me desvíe... solo me guardas asiento claro, si puedes es que no quiero estar solito, ya sabes... yo de verdad quiero ser tu garrapata, —. Hablo más rápido dando pasos de un lado al otro el plateado—. digo... Ósea tú... Entiendes, ya sabes... no quiero estar lejos de ti, yo..., yo necesito cuidarte—. Susurro lo último un poco avergonzado.

—Sí, sí. Nos vemos el lunes si, ahora vete, no quiero que tengas problemas, por favor. Te quiero.

—Me dueles. Me voy no porque me hechas.

—Ya, ahora mueve tu rabo.

—Park Jimin. te desconozco, ¿quién eres tú y donde está mi mejor amigo?—. Riendo, suspiro —. Yo de verdad debo irme, olvide hacer algo... te quiero.

—Adiós—. Dijo regalándole una pequeña sonrisa.

Cerró su ventana y se dedicó a mimar su pequeño pequeño gatito. Con Hobi todo mejoraría, estaría seguro de eso. Su amigo es fuerte y no le teme a nada. Cerró sus ojitos sintiendo la tranquilidad invadirlo.

Sinceramente, no era de dormir por tantas horas, pero los gritos de su hermana por su desayuno le hicieron saber qué se pasó de cuenta con su siesta.

—¡Inútil, tiraré esta puerta si no mueves tu estúpido trasero! — grito dando un fuerte golpe a la puerta.

Se vistió rápido y bajo a dejar todo listo. No podía llegar tarde y no estar con su mejor amigo antes.

—¿por qué tan emocionado?—. Pregunto la castaña—. Deja de votar feromonas inútil, tu olor es asqueroso.

—No puedo evitarlo, lo siento—. Reprimió otro chillido de felicidad.

Escuchó a su padre sentarse y espero la orden para hacerlo. Su desayuno fue silencioso. Cada uno sumido en sus pensamientos. Uno muy inocente y dos muy perversos.

—Cuídate hija.

—Si papito, Te amo.

Ambos hermanos dejaron atrás su casa. Decir que la castaña tenía una sonrisa tonta adornando en su rostro era poco. Había follado con Jungkook hace solo cuatro días. Encontrarlo saliendo del aula de su hermano fue un regalo tan grande. No sabe cómo lo logro, pero que Jungkook hubiera llegado a ella tomándola rudamente y follándole muy rudo en los cubículos fue todo para que su corazón se derritiera de amor. Para lisa eso ya era el comienzo de todo, se veía con una marca y teniendo a Jungkook comiendo de su mano.
















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𝐔𝐧 𝐝𝐞𝐬𝐭𝐢𝐧𝐨 𝐚 𝐜𝐢𝐞𝐠𝐚𝐬. © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora