Parte 2

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                                                                  I

Altulay se mostraba estilizada y bastante clara  ; se veía a leguas que no se exponía al sol ni al frío quemante de la puna. Si llegará a confesar que tenía cuarenta años, recibiría notables muestras de admiración, adicionalmente sabía perfectamente que si Saba Tamac faltase, al finalizar los funerales, recibiría más de una flor de orquídea mostradora de futuras intenciones, refrenadas por la presencia del esposo. Altulay representaba menor edad, tenía muy buen cuerpo a pesar de sus partos. Levantaba entre los embajadores comentarios sobre su serena belleza, que compartía al hacerse acompañar con orgullo de sus dos hijas, las princesas Incas; Xixata, Marutta.

En sus diecinueve años de matrimonio, se dedicó a la crianza de sus hijas con las normas estrictas de la corte de Cuzco. Había permitido que hablasen el idioma de los Chibchas, por la comodidad de entenderse con su padre; pero se comunicaba siempre con ellas y de ninguna otra forma en el lenguaje del poderoso imperio.

Anoche, en su habitación de granito negro pulido, mientras dormía sobre su cama de Turmalina igualmente negra, para darle a su espíritu protección y conocimiento, una pequeña mano de mujer se había posado en su boca y con la otra le inmovilizó su mano derecha, que se había dirigido automáticamente hacia la repisa buscando su puñal de plata. Llevaba guantes, lo que le indicaba ser alguien conocido, pues por el tacto de sus manos ella la hubiese identificado fácilmente. Altulay en la oscuridad había tratado de distinguir el rostro, pero era inútil, se ocultaba con una máscara ceremonial, lo que le cambiaba el tono al hablar. La mujer habló en el lenguaje prohibido y religioso, típico del palacio Real de Cuzco.

----Tu amado padre , te envía sus bendiciones y expresa que su corazón sufre por la preocupación que le da el peligro que corre tu vida y la de sus nietas .Saba Tamac en su ignorancia y terquedad está conduciendo a los pueblos Chibchas al despeñadero. Es necesario salvar al Imperio Chibcha con los matrimonios urgentes de Xixata y Marutta. Tú padre sabe de la otra esposa de Saba Tamac quien conversa mucho con los caciques subalternos. Ella merece la muerte, pero necesita tú aprobación.

La voz se silenció de repente, dejando inmediatamente libre a Altulay, que instantáneamente tomó el puñal y corrió hacía donde el rumor indicaba por donde en el inmenso cuarto, quien le había hablado .No la alcanzó. Con precaución Altulay se asomó al pasillo iluminado por las teas y éste estaba solitario, inmediatamente la mujer devolvió su mirada, corrió hacía la ventana y viendo escrutadora mente hacía todos lados, pero era tarea inútil, no había nadie.

En la mañana Altulay compartía el desayuno real y miraba con atención a los servicios que los atendían; la dueña de la voz, si es que era mujer, conocía muy bien su aposento, pues a ella le fue imposible alcanzarla.

Sus hijas comían aparte, junto a sus hermanastras, en completo silencio. Saba Tamac hoy estaba bastante ausente y algo tremolaba nerviosamente en sus ojos. A Altulay no le sorprendía la rutina demasiado perfecta de la corte; ni naciendo ayer, podía dejar de saber, que entre los sirvientes y esclavos estaba rodando el oro Inca y Timotocuicas. Todos querían saber de los gestos, palabras y expresiones de la corte Chibcha, algo que indicase así fuese fugazmente, hacía dónde se dirigían las intenciones de preferencia en los candidatos a matrimonio con las princesas.

Si Saba Tamac se decidía mayoritariamente por casamientos con los príncipes y Caciques Timotocuicas, el gran Inca invadiría, cosa nada difícil de lograr, pues ya tenía bastantes contingentes Incas pasando y desplazándose en ambos lados de la frontera sur. Si Saba Tamac, se inclinaba mayoritariamente, cediendo a las presiones de su Suegro el gran Inca Huapac Manco Capac, entonces, los Timotocuicas romperían las alianzas comerciales, tan necesarias para la subsistencia alimenticia de los pueblos Chibchas, creando el caos en la rígida organización tribal. Si Saba Tamac cedía a su propio concejo y daba sus hijas a sus propios caciques subalternos, ofendería por igual a sus vecinos. Pero de lo que si estaba segura Altulay, que fuese lo que fuese, Saba Tamac escogería, si lo dejaban, la peor decisión.

XIXATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora