Tiempo de las Lunas. 1( 15)

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Tiempo de las Lunas. 1( 15)

Sinopsis:

Las lunas subieron y bajaron. Los dioses batallaron en los cielos. Llegó el deshielo y los comerciantes se arriesgaron a ir a la puna. Los Pumas, loa jaguares y todas las criaturas de los dioses buscaron aparearse en la selva. Los buscadores de oro y esmeraldas se aventuraron a entrar en el infierno verde...

Tahirza le dio las fiebres que le dan a todos los niños y sucedió que...m







Capítulo 1

Desde el final del pasillo apareció la rechoncha figura de Bibut, el embajador Inca, quien siempre pasaba por el palacio, tal cual dueño y señor.

Sabandija—pensó la princesa, mientras levantaba la niña del suelo. El hombre hizo una muy ceremoniosa reverencia, dijo.

---Gran dicha la mis ojos ,poder ver a una poderosa reina en su más tierno comienzo—dijo el embajador obsequiosamente---¿permite mi madre y madre nuestra, a mis miserables manos la carguen? ¿Puedo presentársela al dios sol?.-Dijo el hombre con cara de súplica.

Ave Azul 


miró los brillantes ojos del hombre, quien aparentaba una inmensa emoción

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miró los brillantes ojos del hombre, quien aparentaba una inmensa emoción.

La princesa entregó la niña a las cuidadas manos del hombre.

El hombre tomó la niña contemplándola con una supuesta ternura ,fue a la inmensa ventana y la expuso al dios sol, mientras musitaba una oración; seguro pedía salud, prosperidad y suerte a través del sagrado cuerpecito.

Después inusitadamente sacó el cuerpo de la bebe totalmente afuera de la ventana, sosteniéndola firmemente con las dos manos, mientras Ave Azul acariciaba nerviosamente el mango del puñal de obsidiana oculto entre sus ropas. El hombre volteó sonriendo agradecido y lentamente introdujo la niña a la seguridad del pasillo y dijo a la princesa.

--No sabe usted, madre y madre mía, como agradezco haberme permitido a mí, un ser tan indigno de todo favor, poder cargar a una reina y presentársela Al dios sol.

--Cuando ella tenga uso de razón se lo diré para que nunca lo olvide.

--Yo espero tener vida para saludarla y verla entronizada en su trono.—repuso cortésmente el hombre

--Así será—respondió la mujer, llevando la bebe a la seguridad de sus brazos; ambos bajo la atenta mirada de un respetuoso guerrero chibcha, quien contemplaba la escena desde unos metros de distancia, y también aliviado aflojó sus músculos en tensión.

XIXATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora