Parte 13.Segunda Era.D

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Parte 13.Segunda Era.D

VI

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--Vengo a decirle a tu padre que he desobedecido sus órdenes—susurro el joven a ella—No hice caso de sus instrucciones y destruí a nuestros enemigos. También vine a decirle que ..Soy tuyo. Nada ni nadie me impedirá que lo diga

Triple Feo llevaba una encomienda de su dueño y señor a palacio, cuando por un pasillo lateral paso Tanda seguida por su madre Hialpeca. El joven hizo la reverencia y con el rabillo del ojo vio a la descomunal belleza de la mujer, mientras pedía a los dioses que acallasen los zumbidos de su corazón que retumbaban en sus sienes. Si tendría que subir al Chimborazo y bañarse cuarenta veces en la lava ardiente por obtener los favores de esa princesa, pues lo haría con 20 veces más de regalo. Sentía que su alma se arrastraba detrás de aquel exótico caminar.



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Ave Azul suponía que los guerreros Caribes ya debían estar a salvo. La mujer tomó su tizana caliente y recordó...........

La prisión real era una masa de piedra fortificada e inexpugnable. Quien entraba en ella debía perder toda esperanza. Sus inmensas celdas estaban bajo los suelos y en sus techos a gran altura estaban los orificas por donde bajaban con una cuerda y por una sola vez los prisioneros. El carcelero principal se asombró al ver a la princesa ave azul. La mujer le hizo un gesto de silencio al hombre, quien se arrodillo ante la sagrada presencia.

--Vengo a pedir de ti un sacrificio supremo.

--He nacido para ello. Sólo suplico no abandones mi prole.—dijo el guerrero postrado ante la preciosa mujer

--Absolutamente. Así se ha decidido.—prometió la princesa

--¿Dónde están los prisioneros Caribes?

--Están en el último sótano.-- Señalo el hombre desde su postrada postura.

--Ese es el sacrificio.—explicó la mujer al hombre, quien entendió absolutamente. Era su hora más feliz, subiría a las estrellas por la orden de una reina. Los dioses tendrían sitio especial para él.

El hombre llevó a la mujer y al llegar al borde de uno de los inmensos huecos lanzó una cuerda.

Suban –ordenó la princesa.

Los guerreros salieron con agilidad pasmosa y al estar ante su princesa se arrodillaron reverencialmente, guardando su avergonzado rostro entre sus manos.

Entiendo cómo se sienten—les dijo la mujer casi imperceptiblemente—de hecho yo también fui una vez prisionera aquí. Pero deben sentirse orgullosos de la misión que les encomiendo. Deben hablar a los pueblos que ustedes son testigos de Tahirza, que existe y es reina desde ya. Nadie puede blasfemar sentándose en su trono. Todos le deben obediencia.

Los hombres asintieron en silencio. Esa orden también era para los pueblos Caribes. Implicaba la paz. Implicaba la unión de los pueblos en guerra.




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Hijo del Cóndor no pudo dormir en sus tiendas, le costó un mundo desprenderse de los brazos y besos de Xixata. Al amanecer salió al trote hacia la amurallada ciudad. Iría nuevamente al Templo.

XIXATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora