Parte 8.Fin de la Primera Era

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Parte 8.Fin de la Primera Era



--Todos afuera—dijo Rut, para quedarse sólo con la víctima. Para tratar de terminar lo inconcluso.

--Tú no me ordenas. Nadie me separa de mi hermana—dijo la princesa Caribe.

--Puede ser desagradable—le dijo sumisamente el sacerdote, disimulando sus malsanos deseos y viendo como se le escapaba la oportunidad de evitar que la otra hablase.

--Igualmente, es mi hermana y con ella me he de quedar.—afirmo convencida la bella mujer.

Los presentes salieron dejando a la herida con la princesa y el sacerdote.

Rut Za Berú, de verdad era un excelente medico sacerdote, no le bastó más que una ojeada para entender que la mujer estaba agonizante y que presentaba las contracciones de parto adelantado. No tenía fuerza para soportar las contracciones e irremediablemente moriría. El hombre preparó sus hierbas, su instrumental quirúrgico de obsidiana y se lavó con alcohol de papas.

Ella morirá—le dijo a Ave Azul—lamento que sea así, pero la criatura está viva, si quieres haré lo posible.

--¿No puedes salvar a mi hermana?—pregunto la mujer, entendiendo sin palabras lo dicho

--No. Es imposible. Ese flechazo en el pecho debe estar inundando los pulmones. En el momento que la reina libere su espíritu, la abriré y extraeré a la criatura. ¿Tengo tu permiso para tocar a tu hermana, a una sagrada reina?,

--Haz lo que sea necesario, pero intenta salvarla.—contestó Ave Azul con extraña tranquilidad.

Rut frunció los labios, negando con la cabeza.

En ese momento la reina despertó y vio el rostro de su hermana, ambas se sonrieron.

Ave Azul—le dijo, para recibir un afectuoso beso de esta--- me muero.

--No. De ninguna manera. Aquí está el sumo sacerdote de Saba Tamac y él personalmente te salvara.

Así será—le dijo con sonrisa profesional el hombre—este es un caso de rutina para mí y pronto celebraremos el niño que nacerá.

--Es mentira—dijo la reina—pronto me reuniré con mi señor Litu Ratú. Los Incas...ellos asesinaron a mi esposo, tienes que vengarme—finalizó diciendo en lenguaje Caribe a su hermana Ave Azul.

No hables...--- le contestó la princesa—reúne tus fuerzas para parir.

Cuida mi hijo—contestó débilmente la reina---, sé su madre, será reina de los Timotocuicas y de los Caribes... me muero llena de orgullo por mi raza. Los Incas nunca serán rivales para nosotros. Sólo diez de mis guerreros acabaron con un batallón Inca.

La reina murió. Rut Za Berú así lo comprobó.

--Está muerta—dijo con impersonal voz, tranquilizado pues la mujer no hablaría. No sea que en la batalla hubiera visto a Ita Za Berú—no puedo perder tiempo.

Dicho esto agarró un puñal de obsidiana abriendo el cadáver, rompiendo con velocidad, hasta llegar al niño, tomándolo y agarrándolo por las piernas, rápidamente corto el cordón y le dio una inmediata nalgada.

Aquí esta—dijo Rut Za Berú, en un momento de orgullo—es una princesa futura reina. Tiene vida gracias a mi mano. Tú eres testigo...

--¿Es una niña?—pregunto la otra a pesar de su inconmensurable dolor.

XIXATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora