Xixata se levantó para vivir uno de sus días más importante. Su consagración al entendimiento del saber y las cosas. Dominaba la astrología, la medicina, las matemáticas, el poder del pensamiento y del espacio. Aprendió el lenguaje sagrado de los atlantes, el mismo que aprendiera su mítico antepasado el primer Manco Cápac y cuyo secreto y hermético conocimiento sin duda era también conocido por su peligrosísimo abuelo el también Manco Capac. Conoció de las mecánicas celestes y del lenguaje de la música. Precisamente gracias a la introducción que este le hizo en esas materias en los pocos días que estuvo en el palacio Inca, le permitió entender las primeras fases de tan intricado y complicado ejercicio de aprendizaje
--Madre—dijo el niño de diez años---,después de hoy ¿Volveremos?.
--Si–dijo serenamente la mujer, magnifica a sus veintiocho lunas—hoy veras el poder del sol y el ruido del aire. Son cosas bellas, pero también hay Situaciones peligrosas. Debemos utilizar todo nuestro saber para enfrentarlas.
--Yo siento que todo es bello allá; que las ciudades y las gentes deben experimentar cosas maravillosas. Allá esta mi padre y mis tías
--No sabes lo que daría porque ellos vinieran aquí permanentemente. La paz y tranquilidad que se aquí se vive es invalorable. Siento que me toca vivir situaciones que creí ya superadas.
--Madre y madre nuestra, ha llegado la hora— anunció el muchacho viendo el Angulo de la luz que desde la superficie se colaba e indicaba el paso de las horas.
La mujer salía del inmenso y pulido cuarto. El piso era de un negro infinito, construido en baldosas de turmalina negra y las paredes de cuarzo cristal tallado, absorbía la energía positiva de la tierra haciendo una atmósfera cálida Y agradable.
Caminó por los inmensos salones, capaces de albergar miles de personas y vio los infinitos santum, con los devotos efectuando sus astrales trabajos. Los mismos sitios que ella le toco pernoctar. Las gentes la veían con amor y respeto a su alta estirpe.
Todo era distinto; entendió quién era su ancestro y su importancia; le dio gracias a la vida por vivir ese corto instante, pero que cambiaba una vez más su vida.
Llegó al gran salón.
Muy pocas personas estaban allí; casi todos sus guías y mentores, los que la llevaron de la mano en ese aprender cósmico superior. Al centro el sumo sacerdote le sonrió a través de su blanca barba.
--Hola discípula mía y nuestra—saludo afablemente—recibe en esta hora propicia tus dones.
Xixata se arrodilló frente al hombre, quien la unció.
--Salve Reina y Reina de todos nosotros---dijo el hombre—anda y recupera tu reino para el trabajo que inicialmente se le indicó. Anda y recupera tu vida en perfecta armonía con todo el mundo y de acuerdo a la suprema ley divina.