Ahora estoy preparada para morir—Xixata, cuando tirados en la orilla de la playa del pozo se tostaban con el sol.
Ahora estoy preparado para dejarte ir y morir en vida.Para poder sobrevivir a esta muerte tengo el aroma de tu piel, el sabor de tus labios y la belleza de tu rostro — susurró Hijo del Condor, aceptado la eterna espera que avecinaba...
Continuaron caminando en medio de un paisaje cada vez más frió y árido, hasta que con un latido más fuerte en su corazón, Hijo del Cóndor descubrió adelante la legión Inca.
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Un cuadrado perfecto de hombres, con las lanzas a la misma altura y línea ;inmutables inescrutables, tenían listo un inmenso palanquín donde seria colocada la preciosa carga. Xixata llegaba al principio de su destino.
La joven quedaba en las manos de Bibut e Hijo del Cóndor tomó aire y sintio un frio de muerte que lo dejo sin habla. Llegaba la hora. Xixata descendió lentamente de su palanquín y miró a sus guardias Chibchas, quienes lloraban sin ningún disimulo, mientras Hijo del Cóndor apretaba duramente sus labios.
---No ofendan a nuestra madre y señora—dijo con ira hacia la vida Hijo del Condor, viendo a sus soldados
--Hare todo lo posible para protegerla-- susurró Bibut despidiéndose del Hijo del Condor
La joven mostró un pequeño momento. Una especie de indecisión. Sin embargo cruzó la línea, caminaba hacia el imperio Inca. Los soldados Incas la saludaron más que marcialmente antes que la joven fuese tapada por las cortinas del palanquín.
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Entonces Hijo del Cóndor vio cómo su vida y alma se fueron en el trote de los diez y seis hombres que cargaron el pesado aparato y comenzaron a correr con increíble velocidad alejándose de allí. Desde ese momento Hijo del Cóndor era simplemente un muerto en vida.
