Parte 6

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Ave Azul llamó a Xixata, quien caminaba llevando utensilios para tejer. Xixata atendió a su madrastra.

Xixata—le dijo esta, con la bella voz cantarina de las mujeres Caribes--, sin querer te vi anoche y quede espantada. No por el amor, sino por el pecado. Deshonras a tus padres, a ese muchacho y sobre todo a ti misma. No quiero ni pensar lo que sucederá cuando te descubran.

Lo sabes—dijo la muchacha—es verdad, no lo niego. Es un pecado contra todos. Pero no nos importa, queremos que nos descubran y sino pronto lo diremos.

--Quieres que todo el mundo lo sepa—dijo asustada la mujer.

---Sí. No nos importa; es preferible morir que no estar juntos. No podría vivir ni una hora viéndolo casado con mi hermana.

--Tu padre no sabría lidiar con una preocupación tan terrible como esa. Sería darle todas las excusas a tu gran Abuelo para hacer sus planes.

--Estoy dispuesta a huir hasta el infierno verde o hasta tus islas calientes allá en el mar tibio de donde provienes.—dijo la muchacha casi ahogada en lastimero sollozo

Ave Azul la abrazo. Sintió la infelicidad de la joven. Sintió que un destino también se iniciaba en ella. Otro camino. Otro enfoque.

Ambas se miraron. Lo habían sentido.




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Ita Za Berú y su hermano tenían una reunión secreta. Estaban en el templo de Viracocha, con la supuesta idea de ofrendar al gran dios y pedirle protección contra los bárbaros pueblos que asolaban las riveras sur del río padre Orinoco, desplazando a los Pemones, quienes a su vez invadían arrasando con los sembradíos en las laderas y sabanas del llano caliente. Pero sus rezos no existían y una conversación muy diferente se desarrollaba entre ellos.

Aquí esta lo ofrecido—dijo triunfalmente Ita Za Berú, mientras mostraba unos relucientes uniformes del ejército Inca—con esto disfrazaremos a los hombres para la misión y éste es el plan. El hombre continúo.

-El rey Litu Ratú viene con su esposa, quien está encinta, pero por sus costumbres no pueden abandonar nunca su marido.

-Una Caribe.

Sí; una Caribe, la hermana de Ave Azul.

¡Qué rico¡--dijo Rut Za Berú, sin poderse contener.

Ita lo fulmino con la mirada y le dijo por lo bajo con odio—cállate maldito sádico. Luego continuó.

--Decía que el rey lógicamente viene por el camino real. Si acaso traerá catorce hombres y se supone que lo recibiremos. Irán nuestros hombres vestidos de Inca; él como es un invitado en nuestro territorio no tiene precauciones. Entonces será muy fácil matarlos rápidamente. Nuestro segundo grupo hará un cerco en la zona y emboscará a la verdadera escolta chibcha, debemos eliminarlos también. Yo estaré en el sitio, recogeré los cadáveres de Litu Ratú, su esposa, uno que otra escolta y alguno de los nuestros... Llegare a palacio y acusare públicamente a Saba Tamac de asesino y de poner en riesgo al reino. Tú tomaras el palacio. ¿Con que fin?, para eliminar a Altulay y sus hijas como cómplices directas del magnicidio de Litu Ratú. A Hialpeca, sus hijas y Ave Azul las debes eliminar, acusando a Saba Tamac y Altulay de haberlo hecho primero. Decretamos la ley marcial, hacemos una movilización general de tropas, le decimos a los Incas que los Timotocuicas nos declararon la guerra, como efectivamente será. Que los incas se encarguen y en base a esto nosotros tomamos el control interno y nos solidificamos.

XIXATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora