PROFUNDA VENGANZA [EN PROCESO]

Capitulo 26

Dalton 

El sol mañanero me da en la cara, salgo de la cama y tomo mi celular, son las nueve de la mañana y mi vuelo sale a las doce del mediodía. Tomo un baño y ya una vez listo decido desayunar y hacer un par de llamadas.  

Tengo que viajar a California, Ensenada, tengo una reunión con unos socios y una invitación a las fiestas de la vendimia, necesito distraer mi mente.  

—Querido colega, qué alegría me da escuchar que aceptaste mi invitación, estaré participando en la feria y me encantaría que estuvieras aquí. —Dice con acento francés. 

—Llego hoy, mi vuelo sale a las doce del mediodía.  

—Estupendo, te estaré esperando, no te arrepentirás.  

Guardo unas cosas que faltan y hablo con Hades.  

—Te dejo a cargo, no hagas estupideces Hades. Solo voy por cuatro días.  

—Hermano, ¿cuándo te he fallado? 

—Espero no encontrar la casa en llamas.  

—Vete tranquilo, estaré trabajando con Sebastián  

—No metan mujeres a mi cuarto, hablo en serio. 

Salgo en la camioneta que me deja en el aeropuerto, abordo el avión mientras hablo con Christine.  

—Ya cerré el trato, pero me voy a quedar unos días más.

—De acuerdo, espero la copia del trato.

—Mis padres ya tienen casi todo listo para la boda, así que disfruta con Némesis antes de que sea tarde.

—No empieces.

—Dalton, tú no me amas, con eso me basta.

Cuelgo y a los minutos llego a Baja California, ensenada, en donde me esperan tal cual como me dijo en una camioneta blanca.  

Veo que el aeropuerto está lleno de policías y periodistas en todos lados. ¿Qué paso aquí?  

—¿Qué paso aquí Regina? —le pregunto a la mujer que me espera ansiosa.

—¡Dalton! —se arroja a mis brazos y yo le devuelvo el abrazo con gusto, esta vuelve a su sitio.  

—Creo que ayer hubo un enfrentamiento entre dos mafias o algo así, lo que si sé, es que dejaron muchas personas heridas.  

—Solo un idiota hace un espectáculo así, mejor vámonos.  

Subimos a la camioneta y me da un pequeño paseo por todo ensenada, habla y habla, no para hasta que llegamos a un restaurante, pide la comida y salimos de nuevo hacia su casa.  

—Voy a servir la comida, acomódate estás en tu casa.  

Subo y dejo todas mis cosas en una habitación y regreso al comedor.  

—No creí que vendrías para las fiestas.  

—No pensaba hacerlo, pero uno de mis socios escogió este lugar, tiene una colega que quiere presentarme y decidí aprovechar para venir a cumplir tu capricho y conocer la famosa fiesta del vino.  

—Gracias, señor ocupado, cambiando de tema ¿Qué hay de tu hermano?  

—Ya veo por donde va la cosa.

—Mejor me cierro mi boca.

Me saca una sonrisa provocando que ella se irrite y se ponga roja, nos sentamos, empezamos a comer y le doy un sorbo a la copa de vino.