Una chica cuya mirada fría y distante dejaba a todos preguntándose qué secretos resguardaba en su interior, aunque su belleza y agudeza mental destacaban, parecía envuelta en un velo de indiferencia que alejaba a quienes intentaban acercarse.
Su corazón parecía resguardado tras una muralla de hielo, y cada intento por romperla solo conseguía endurecerla aún más.
Aquellos que la rodeaban murmuraban, entre susurros, intentando comprender las razones detrás de su actitud, algunos la tachaban de arrogante, otros de insensible. Pero pocos sabían la verdadera razón que la había llevado a construir ese muro emocional.
A medida que el tiempo pasaba, su soledad crecía. Sus ojos, una vez llenos de vivacidad, se habían convertido en espejos que reflejaban un mundo donde no permitía que nadie penetrara.
En el exterior, parecía inmune a las críticas y al ostracismo que su actitud le había traído. La envidia y el juicio la seguían como sombras, sin embargo, ella caminaba con la cabeza en alto, manteniendo una apariencia de indiferencia.
Pero al llegar a su hogar, el muro se desmoronaba. Las lágrimas que reprimía durante el día fluían libremente, como un río de emociones contenidas que finalmente encontraban su camino.
Las lágrimas eran testigos mudos de la guerra interna que libraba, de la lucha constante por ocultar su vulnerabilidad.
Había aprendido a protegerse a costa de alejar a los demás, no quería mostrar debilidad, ni permitir que nadie viera su lado más humano y frágil.
Pero aquellos que la juzgaban y trataban con indiferencia, habían olvidado que detrás de la fachada fría yace una joven que también siente, que también llora.
La chica fría, en su intento de evitar el dolor, se había atrapado a sí misma en un ciclo doloroso. En su esfuerzo por protegerse, había perdido la conexión con su propia humanidad.
Pero en cada lágrima derramada en la intimidad de su hogar, se recordaba a sí misma que la fortaleza no reside en la insensibilidad, sino en la capacidad de abrazar las propias emociones y permitirse ser vulnerable.
Un día, quizás, encontraría el valor para derribar el muro y mostrar al mundo la verdadera profundidad de su ser: belleza, inteligencia y emociones incluidas.
Actitud de guerrera. Personalidad de reina.
Y la belleza de un ángel.
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52 SEMANAS CON UNA MUJER "ROTA" / Nueva versión en proceso
PoetryLas personas rotas, rompen personas.