Semana 23

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En el rincón más profundo de su ser, una chica luchaba contra una oscuridad implacable que parecía despojarla de la vida misma, cada latido de su corazón se hacía más débil, como si una sombra helada se cerniera sobre su existencia.

Los días se habían convertido en noches interminables, y la vitalidad que una vez la caracterizó se desvanecía como el último resplandor de una vela agotada.

Sin embargo, en medio de la penumbra que amenazaba con consumirla, algo cambió, un destello de recuerdos comenzó a inundar su mente, recordó los momentos que la habían hecho feliz, las risas compartidas.

Los abrazos cálidos y las pequeñas alegrías que la vida le había brindado, cada uno de esos instantes se convirtió en un rayo de luz en medio de la oscuridad.

Recordó la primera vez llegando de la escuela, la sensación de libertad que inundó su ser cuando se sumergió en el océano por primera vez, el aroma al despertar, cada recuerdo era un recordatorio de quién solía ser, de la niña llena de vida que aún vivía dentro de ella.

Fue entonces cuando, en medio de la agonía de sus latidos débiles y su lucha por mantenerse viva, su niña interior emergió, con lágrimas en los ojos, esa parte esencial de sí misma la abrazó, como si le recordara que la felicidad y la vitalidad nunca la habían abandonado por completo.

La joven despertó de ese sueño, con una Epifanía luminosa, se dio cuenta de que no quería morir, no estaba dispuesta a dejar que la oscuridad la consumiera por completo, más que eso, anhelaba la felicidad, deseaba abrazar la vida con todas sus fuerzas.

En ese momento crucial de su vida, la joven se dio cuenta de que la muerte no era a lo que realmente le temía, más que la idea de perder la vida, lo que realmente la asustaba era perder la oportunidad de ser feliz.



Resurgia de las cenizas, ahora
sus alas son de
FUEGO

52 SEMANAS CON UNA MUJER "ROTA" / Nueva versión en proceso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora